El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el exvicepresidente y probable candidato demócrata en las elecciones de noviembre, Joe Biden, protagonizaron esta semana un duro intercambio de declaraciones con la fe en Dios como trasfondo.
«Quiere arrebataros vuestras armas, vuestra Segunda Enmienda. Ni religión ni nada. Hace daño a la biblia, hace daño a Dios. Se opone a Dios, se opone a las armas, se opone a la energía», aseguró el mandatario al aterrizar en el estado de Ohio, donde este jueves visitó una planta de producción de lavadoras.
A pesar de que, ciertamente, Biden se ha mostrado abierto a una más estricta regulación de la posesión de armas y se ha comprometido a reintegrar a Estados Unidos en el Acuerdo Climático de París, que fue abandonado por la actual Administración, no queda claro a qué se refería con las referencias a Dios.
Algunos analistas han apuntado que podría ser por la postura del demócrata de no adoptar nuevas medidas para restringir el aborto. Por contra, en los últimos años numerosos gobernadores republicanos han intentado endurecer la legislación, aunque se han topado siempre con la negativa de los tribunales.
Biden, que perdió a su esposa Neilia y a su hija de un año Naomi en un accidente de tráfico, en 1972, no tardó en reaccionar a las acusaciones del presidente.
«Al igual que para otra mucha gente, mi fe ha sido el cimiento de mi vida: me ha dado consuelo en momentos de pérdida y tragedia, y me ha mantenido humilde y con los pies en el suelo en momentos de alegría y triunfos», aseguró el demócrata en un comunicado, divulgado el mismo jueves por la tarde.
El exvicepresidente no dudó en pasar a la ofensiva al calificar de «vergonzoso» el «ataque» a su fe por parte del republicano, una acción que, dijo, «está por debajo del cargo que ostenta y por debajo de la dignidad que el pueblo estadounidense espera y merece por parte de sus líderes».
Además, Biden recordó cómo Trump, supuestamente recurrió a las fuerzas de seguridad para despejar una protesta frente a la Casa Blanca para, acto seguido, recorrer el lugar hasta llegar a una iglesia aledaña en la que posó con una biblia para una foto.
«Mi fe me enseña a caminar con humildad, mientras que el presidente Trump gasea a manifestantes pacíficos para poder pasarles por encima e ir a una iglesia para tomarse una foto», concluye el comunicado.
La Casa Blanca ha rechazado en reiteradas ocasiones las alegaciones de los testigos y ha negado que se emplearan gases lacrimógenos para dispersar a los protestantes.
«El presidente quería mandar un mensaje muy poderoso. A lo largo de los años hemos visto a los presidentes y líderes del mundo entero disfrutar de esos momentos de liderazgo, de esos poderosos símbolos», justificó la portavoz del presidente Kayleigh McEnany, al ser preguntada al día siguiente, el 3 de junio, por el posado del comandante en Jefe.
Trump cuenta con el respaldo mayoritario de los creyentes evangélicos del país, que ven en el mandatario a un paladín de sus causas. Sin embargo, el posado frente a la iglesia, que fue orquestado sin consultar al párroco del templo, suscitó las críticas de algunos representantes del clero que acusaron a Trump de haber violado sus principios religiosos.