La primera ministra británica, Liz Truss, en reunión de crisis con su ministro de Finanzas, insistió el domingo en su apego a una economía «sólida», tras una tensa semana bajo el embate de su propio partido que amenaza su continuidad en el cargo.
Bajo una ola de críticas que incluyeron las del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, Truss admitió que había sido doloroso despedir a Kwasi Kwarteng como ministro de Finanzas.
Pero este domingo escribió en el periódico Sun on Sunday: «No se puede allanar el camino hacia una economía con bajo impuestos y alto crecimiento sin mantener la confianza de los mercados en la solidez de nuestra moneda».
La erosión de la confianza comenzó el 23 de septiembre cuando Kwarteng y Truss revelaron su programa ultraliberal, inspirado en las políticas de la década de 1980 del presidente estadounidense Ronald Reagan, de ejecutar un recorte de 45.000 millones de libras esterlinas (50.000 millones de dólares) en impuestos financiados exclusivamente por un alza de la deuda.
Los mercados se desplomaron, con lo que subieron las tasas de endeudamiento para millones de personas y el Partido Conservador se hundió en las encuestas.
Empezó una guerra interna, pocas semanas después de que Truss sucediera en el cargo a Boris Johnson.
En un intento por permanecer en el puesto, destituyó a su recién nombrado ministro de Finanzas y lo remplazó por Jeremy Hunt.
Truss se reunió con su nuevo ministro de Finanzas este domingo para trazar las líneas de un nuevo programa antes de la presentación del presupuesto el 31 de octubre.
«Va a ser muy, muy difícil y vamos a tener que ser honestos con la gente al respecto», dijo Hunt en una entrevista a la cadena BBC este domingo.
AFP