Boris Johnson ha querido dar el anuncio. Fue el primer ministro quien comunicó que la nueva cepa de Covid-19, detectada en Reino Unido, en diciembre del año pasado, podría ser 30% más letal que el virus original. “Ahora también parece haber algunos indicios de que la nueva variante, la que se identificó por primera vez en Londres y (en) el sureste (de Inglaterra), puede estar asociada a una mayor mortalidad”, dijo el premier.
Johnson comunicó la noticia en compañía de Patrick Vallance, el principal asesor del Gobierno británico en la cruzada contra el SARS-CoV-2. Ante la prensa, el científico explicó que, en la población de 60 años en adelante, el virus original tiene una tasa de mortalidad de 10 fallecidos por cada 1.000 personas. “Ese riesgo se eleva a (las) 13 o 14 personas”, ha dicho Vallance, al referirse al promedio de decesos provocados por la mutación entre los adultos mayores.
Para matizar y evitar el pánico, el médico y farmacólogo ha agregado que “hay mucha incertidumbre en torno a estas cifras”. “Las pruebas no son todavía muy firmes”, aseguró. Sin embargo, si se confirma la hipótesis, la nueva cepa sería más contagiosa y mortal que la surgida en Wuhan, China, durante 2019.
La nueva versión del SARS-CoV-2 supone un reto para las autoridades británicas. Reino Unido, que vive una nueva ola del virus, experimentó un récord de contagios el pasado 8 de enero, con casi 70.000 positivos. Hasta la fecha, la nación acumula más de 3.500.000 infectados desde que comenzó la pandemia. La Covid-19, que ha puesto en jaque al sistema de salud pública de los británicos, ha cobrado la vida de 94.580 personas, con 1.290 decesos en las últimas 24 horas.