EE.UU. mantendrá una relación «mucho más cercana» con Guatemala bajo la presidencia de Bernardo Arévalo, pero deberá «estar dispuesto a jugársela» por él y por una democracia guatemalteca que se halla «en la cuerda floja», aseguran analistas.
El gobierno del presidente demócrata estadounidense Joe Biden confía en dejar atrás los sinsabores del mandato del derechista Alejandro Giammattei, a quien acusa de trabar la lucha contra la corrupción respaldando a la fiscal general Consuelo Porras, considerada corrupta por Washington.
La relación «ha estado un poco tensa bajo la actual administración, hasta el punto que Estados Unidos ha removido ciertos fondos», declaró a la AFP Pamela Ruíz, analista para Centroamérica de International Crisis Group.
Tanto es así que ha sancionado a más de un centenar de congresistas y a colaboradores cercanos a Giammattei «por socavar la democracia y el estado de derecho» o por «corrupción significativa».
Giammattei se defendió denunciando una «manipulación mediática y política de algunos miembros del gobierno de Estados Unidos».
En contraste con los desaires del líder derechista, que no ha acudido a la Cumbre de las Américas de 2022, el progresista Arévalo ha multiplicado los viajes a Estados Unidos en busca de apoyo contra la embestida judicial de la que es blanco en su país.
«Se supone que esperan una relación mucho más cercana con el gobierno de Arévalo» y «en general hay muchos valores democráticos compartidos», asegura Mary Speck, experta en América Latina del United States Institute for Peace, un instituto no partidista creado por el Congreso con sede en Washington.
Hay mucho en juego, no solo para Guatemala, sino para la región, opina Rebecca Bill Chavez, presidenta del centro de reflexión Diálogo Interamericano, también en la capital estadounidense.
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«La democracia guatemalteca está en la cuerda floja y el gobierno de Biden y el Congreso de Estados Unidos deben estar alertas y dispuestos a jugársela para apoyar a un gobierno que, si es exitoso, puede ser no solo un hito para el país, sino un ejemplo para una región donde las democracias están en riesgo», declara.
Por el momento Washington discute «nuevos programas para combatir la corrupción», principal objetivo declarado de Arévalo, en un contexto particular puesto que no puede colaborar con la fiscal general, sometida a sanciones, afirma Speck.
No le queda más remedio que sortear el obstáculo.
«Hay otras formas de apoyar la participación de la ciudadanía y la rendición de cuentas», añade Speck, como «trabajar con la policía para combatir el narcotráfico».
AFP