Autoridades de salud pública de Estados Unidos publicaron este jueves nuevas recomendaciones destinadas a ayudar a los médicos a recetar medicamentos opiáceos para el dolor a pesar del riesgo de adicción.
Los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) revisaron los principios promulgados en 2016 para tratar de detener la epidemia de sobredosis de opioides en Estados Unidos.
A diferencia del documento anterior, la nueva guía tiene cuidado de no fijar umbrales en términos de dosis o duración de la prescripción.
Interpretados de manera rígida, estos parámetros habían llevado a los médicos a cortar repentinamente, o reducir drásticamente, las dosis de opioides de los pacientes. Los estados y las compañías de seguros también se habían inspirado en estas pautas para establecer sus propios límites.
Los pacientes que sufrían de dolor crónico se habían quejado de que ya no tenían acceso a la medicación que les permitiera llevar una vida normal y habían advertido del riesgo agravado de suicidio.
Las nuevas recomendaciones, reunidas en un informe de 200 páginas, buscan un equilibrio.
Uno de cada cinco estadounidenses sufre dolor crónico y «los opioides pueden ser fármacos esenciales» para gestionar su sufrimiento, «pero presentan un riesgo potencial considerable», apuntan los autores del documento.
Según ellos, para sopesar este «riesgo-beneficio», nada mejor que la consideración de los médicos ejercida sobre la base de un examen clínico personalizado de los pacientes. Las nuevas recomendaciones «no deben aplicarse como un estándar inflexible», subrayan los CDC.
Sin embargo, las autoridades sanitarias siguen siendo cautelosas. Los fármacos opiáceos solo deben considerarse después de que hayan fallado otros tratamientos para el dolor, y en cada etapa los médicos deben discutir esto con sus pacientes.
Y si deciden recurrir a los opioides, primero deben «recetar la dosis efectiva más baja» y luego monitorear de cerca los efectos del tratamiento.
En caso de trastornos, los médicos también deben «evitar la interrupción brusca de la prescripción de opioides» y deben velar por que las personas «con un problema de consumo reciban la atención necesaria».
Como precaución, «recomendamos en caso de uso prolongado de medicamentos opiáceos ofrecer naloxona», un antídoto que puede salvar a una persona de una sobredosis, dijo Christopher Jones, un alto funcionario de los CDC, durante una rueda de prensa.
Las recetas de opioides se cuadruplicaron entre 1999 y 2010 en Estados Unidos. Aunque la tendencia se ha revertido desde 2016, estos fármacos han creado adicciones y empujado a algunos pacientes a recurrir a drogas como la heroína y el fentanilo.
El año pasado, Estados Unidos registró un récord de 107.000 muertes por sobredosis, de las cuales más del 70% por opiáceos sintéticos ilegales.
AFP