Se hace llamar «Joe de Scranton», la ciudad obrera de Pensilvania donde nació, y asegura que sigue apegado a la «dignidad» de los obreros pero al presidente estadounidense Joe Biden le costará mucho robarle votos a Donald Trump en la clase obrera blanca.
Este electorado «es central», explica a la AFP el historiador Jefferson Cowie, profesor de la universidad Vanderbilt y cuyo libro «Freedom’s Dominion» ganó este año un premio Pulitzer.
Los votantes blancos de la clase trabajadora representaron el 42% del electorado total en 2020, según el instituto de investigación Pew Research.
A Donald Trump, el gran favorito en las primarias republicanas para las elecciones presidenciales de noviembre de 2024, le bastará con mantener o incluso ampliar su ventaja.
Desde mediados de la década de 1960, el electorado popular blanco ha votado mayoritariamente por los republicanos y en 2016 fue decisivo para llevar al empresario al poder.
En 2020 Joe Biden obtuvo mejores resultados que Hillary Clinton en 2016 con estos votantes al obtener el 33% de sus votos, pero muy por detrás del 65% de su rival, según Pew Research.
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El presidente demócrata sabe que no puede permitirse el lujo de perder terreno en un momento en el que los hogares de bajos ingresos son los más afectados por la inflación y no siempre se benefician de un fuerte crecimiento.
Incluso tendría que mejorar en algunos estados en disputa, como Michigan. No fue casualidad que se desplazara a esta ciudad en septiembre, convirtiéndose en el primer presidente en hablar en un piquete ante los trabajadores de la industria automotriz.
El demócrata, que se presenta como un hijo de clase media frente a un Trump millonario, inaugura fábricas con la promesa de que Estados Unidos sea «reconstruido por obreros», gracias a su plan económico conocido como «Bidenomics».
«Es un nombre francamente horrible», estima Cowie.
Se supone que el término «Bidenomics» describe planes muy variados y ambiciosos de Biden en materia de poder adquisitivo, transición energética e infraestructuras.
El presidente «hace un buen trabajo» pero su programa «carece de una visión real», considera el académico, a diferencia del «Reaganomics», una política económica ultraliberal del presidente Ronald Reagan en los años 1980.
Cuando les hablábamos de «Reaganomics» «la gente sabía que esto significaba que ya no tendrían al gobierno cubriéndole las espaldas», resume el historiador.
Según Cowie, los demócratas siempre han sido «tecnócratas».
«Explican que tal porcentaje producirá tal efecto. Y eso es muy diferente a un mensaje como ‘Liberaré a las familias estadounidenses de los delirios progresistas'», como dice Trump y que, según el investigador, es un «genio» en «intuición política».
El republicano «no sabe lo que cuenta ni lo que hace, pero tiene una gran habilidad para lanzar una frase a la audiencia, ver si responde y si es así, sacarle partido», afirma el académico.
AFP