El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, realizó este miércoles una inusual visita al Congreso, en momentos en que este entra de lleno en el debate sobre un gigantesco plan de inversiones en infraestructura y gasto social, columna vertebral de su propuesta de gobierno.
«Vamos a poner (este plan) en marcha», prometió el mandatario al llegar para almorzar con los senadores demócratas.
El martes por la noche, esos senadores lograron un acuerdo -en la Comisión de Presupuesto- sobre una propuesta presupuestaria de 3,5 billones de dólares, un paso significativo en el camino, que debe permitir a Biden lograr su objetivo de dejar huella en la historia económica y social de Estados Unidos.
Este acuerdo «es un gran avance», afirmó el miércoles Jen Psaki, portavoz de la Casa Blanca, al reconocer que «habrá etapas adicionales. Es por eso que (el presidente) acude al Capitolio».
El monto de 3,5 billones, similar al PIB de Alemania (3,8 billones de dólares en 2020), debería servir para financiar medidas de transición energética y gasto en salud y educación.
Los demócratas, que no han detallado las medidas previstas, esperan aprobar su proyecto sin la ayuda de la bancada republicana, recurriendo a un mecanismo presupuestario.
El plan social y ambiental acompañará otro proyecto de relanzamiento de Biden: un programa mucho más tradicional de cerca de 1 billón de dólares en gasto de infraestructura (carreteras, puentes, redes de agua, internet, etc.).
La visita del mandatario al Congreso busca «continuar abogando por un doble enfoque», tuiteó también Psaki.
– Malabares –
Se espera que el presidente de 78 años, que pasó 36 años en el Senado, tenga que hacer malabares para lograr la aprobación de estos dos frentes de acción.
Biden necesita que todos los demócratas cierren filas, incluidos los más a la izquierda, como el jefe del Comité de Presupuesto del Senado, Bernie Sanders. Esto solo será posible validando el importante gasto social que ese sector del partido reclama.
Pero también debe preservar un frágil compromiso alcanzado con ciertos parlamentarios republicanos sobre los grandes proyectos de infraestructura, más tradicionales y más consensuados.
Para una buena parte de la derecha estadounidense, incluso de la moderada, la idea misma de un nuevo gasto social es excluyente.
«3,5 billones de dólares en nuevos gastos son 3,5 billones de más y 3,5 billones que no tenemos», declaró el senador republicano Mike Lee.
No es el primer paquete de estímulo de Biden, quien ya echó a andar un plan de 1,9 billones de dólares. Pero se trató de un plan de emergencia para responder a las consecuencias económicas de la pandemia de covid-19.
Pero bajo el lema «mejor reconstruir», en esta oportunidad es la filosofía misma de su mandato lo que está en juego.
El presidente quiere adecuar la economía más grande del mundo para la batalla contra el cambio climático. Pero más allá de los miles de millones, también asume esta como una batalla ideológica: la de la democracia, de la que Estados Unidos sería el abanderado, contra regímenes autoritarios, con China a la cabeza.
A juicio de Biden, esta batalla ciertamente se está librando a nivel diplomático pero también con la innovación tecnológica y sobre la base, más realista, de la prosperidad económica, en particular de las clases medias.
Fuente AFP