Pocos temas han sido tan constantes en las Naciones Unidas como las quejas sobre la estructura del propio organismo mundial, con amigos y enemigos de Estados Unidos abogando por la reforma del poderoso Consejo de Seguridad.
En momentos en que los líderes mundiales se reúnen para la Asamblea General anual de la ONU, los llamamientos al cambio provienen ahora del propio Estados Unidos, exasperado por el poder de veto de Rusia mientras busca que Moscú rinda cuentas por su invasión de Ucrania.
Las potencias occidentales han analizado detenidamente las reglas de procedimiento para garantizar que Rusia no bloquee las reuniones del Consejo de Seguridad, y han recurrido a la Asamblea General, donde cada uno de los 193 estados miembros de la ONU tiene un voto, para buscar una condena de Rusia.
Pero es notable la impotencia de la ONU en este conflicto. Basta remontarse a febrero, cuando en medio de una reunión del Consejo de Seguridad, el presidente ruso, Vladimir Putin, anunció que lanzaba una «operación militar especial» en Ucrania. Y en Nueva York, los diplomáticos siguieron leyendo declaraciones preescritas.
En un discurso reciente, la embajadora estadounidense ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, expresó su apoyo a «propuestas sensibles y creíbles» para reformar el Consejo de Seguridad, que hoy cuenta con cinco miembros permanentes con derecho a veto (China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia) y 10 no permanentes.
– «Statu quo insostenible» –
«No debemos defender un statu quo insostenible y obsoleto» sino «mostrar flexibilidad y apertura en nombre de una mayor credibilidad y legitimidad», dijo.
«Cualquier miembro permanente que ejerza el veto para defender sus propios actos de agresión pierde autoridad moral y debe rendir cuentas», advirtió también, prometiendo que Estados Unidos sólo ejercería ese derecho en «situaciones raras y extraordinarias».
Rusia y China se mofan de estas palabras de Estados Unidos, que bajo George W. Bush ignoró al Consejo de Seguridad para invadir Irak.
Para Naledi Pandor, la ministra de Relaciones Exteriores de Sudáfrica, un país que hace tiempo que busca un asiento en el Consejo de Seguridad, es hipócrita criticar el concepto del veto únicamente por cómo lo usa Rusia hoy.
«Algunos de quienes hemos estado pidiendo que la Asamblea General tenga más voz nunca tuvimos apoyo, pero de repente, ¿hoy sí?», dijo días atrás en el centro e estudios CFR en Washington. «Ahí es donde el derecho internacional empieza a no significar nada».
Thomas-Greenfield reconoció que Estados Unidos no siempre ha estado a la altura de sus estándares, pero señaló que Washington ha ejercido su derecho a veto solo cuatro veces desde 2009, todas menos una para apoyar a Israel, frente a las 26 veces que lo ha hecho Rusia.
Para Richard Gowan, analista del International Crisis Group, existe una genuina preocupación de Estados Unidos por las «disfunciones» del Consejo de Seguridad.
– China y Rusia, «los más reacios» –
«Pero también es una forma inteligente de poner en aprietos a China y Rusia. Porque todos sabemos que los más reacios a reformar el Consejo son Rusia y China», dijo.
Los cinco miembros permanentes reflejan la dinámica de poder posterior a la Segunda Guerra Mundial. Ucrania argumentó recientemente que el asiento de Rusia pertenecía en realidad a la antigua Unión Soviética.
El impulso más fuerte para reformar el Consejo de Seguridad se produjo en el 60 aniversario del final de la guerra, cuando Brasil, Alemania, India y Japón presentaron conjuntamente sus candidaturas para puestos permanentes.
China se opuso ferozmente a dar un asiento a otra potencia de Asia oriental, Japón, uno de los mayores contribuyentes a la ONU después de Estados Unidos.
Washington ha apoyado las ambiciones de Japón, y el expresidente Barack Obama expresó su respaldo a una candidatura de India. Pero más allá de las palabras, los líderes estadounidenses han hecho poco para concretar cambios.
Según Gowan, un llamamiento del presidente Joe Biden para una revisión del Consejo impulsaría los esfuerzos de reforma, pero su percepción es que los estadounidenses no tienen realmente claro qué quieren.
«Están sacando el tema para probar las aguas, para desafiar a los chinos y a los rusos. Esto podría desinflarse», dijo.
Los expertos en diplomacia dudan de que pueda haber una reforma del Consejo de Seguridad mientras Rusia y China vean peligrar sus intereses.
«Entre quienes apoyan a Ucrania contra la agresión rusa, este es un tema recurrente», sostuvo John Herbst, un exdiplomático estadounidense que ahora trabaja en el centro de estudios Atlantic Council. «Pero creo que las perspectivas realistas son muy, muy escasas».
AFP.