Financiar al Ejército, evitar un default y la parálisis del gobierno: los congresistas de Estados Unidos volvieron el lunes a Washington tras un fin de semana largo con una agenda cargada que promete grandes batallas en el Capitolio.
El Legislativo tiene hasta el viernes para acordar un nuevo presupuesto si quiere evitar la parálisis de los servicios federales, conocida como «shutdown».
Si los parlamentarios no se ponen de acuerdo antes de esa fecha, el financiamiento del Estado federal será cortado súbitamente.
Eso supone que tanto ministerios como parques nacionales, algunos museos y múltiples organismos se verán afectados y colocarán a sus empleados en un estado conocido como «desempleo técnico».
Los congresistas podrían votar a mediados de semana una ley temporal para postergar este plazo hasta el debate sobre el presupuesto 2022, de forma de no arruinarle las festividades navideñas a muchos estadounidenses.
– Presión política –
En paralelo, otra misión crucial ocupará nuevamente a los legisladores: deben subir o anular de aquí al 15 de diciembre el tope de endeudamiento de Estados Unidos si quieren evitar el primer default soberano de la mayor potencia mundial.
Estados Unidos, así como todas o casi todas las grandes economías cubren sus déficit con créditos desde hace décadas. El país ha subido o anulado varias veces este tope también conocido como «techo de la deuda».
Durante la presidencia de Barack Obama (2009-20017), los republicanos comenzaron a utilizar esta instancia para presionar políticamente.
En este caso rechazan suspender el límite de endeudamiento. Sería, según ellos, darle un cheque en blanco a Joe Biden.
La oposición quiere que sean los demócratas, que tienen una ajustada mayoría en el Senado y controlan la Cámara de Representantes, quienes solucionen el problema, a través de una compleja maniobra parlamentaria que les permita aprobar el aumento o suspensión del límite de endeudamiento por sí solos.
Los demócratas rechazan por el momento enfrascarse en ese mecanismo, pero el tiempo apremia pues, además de esos asuntos, los legisladores deben ponerse de acuerdo sobre un presupuesto específico de defensa.
Una vez resueltos estos temas, el Senado podría abordar el gigantesco proyecto de gasto social y ambiental de Joe Biden, por 1,75 billones de dólares, que comprende en particular universalizar las guarderías para la primera infancia y mejorar la cobertura de salud.
Biden, cuya cota de popularidad cae, espera recibir este regalo a tiempo para las fiestas.
AFP