El gobernador de Florida y posible precandidato presidencial para las elecciones de 2024, el republicano Ron DeSantis, prestó juramento el martes para un segundo mandato.
DeSantis derrotó en los comicios de noviembre por más de 29 puntos porcentuales al demócrata Charlie Crist, exgobernador republicano y congresista demócrata. Fue una paliza en un estado conocido por elecciones reñidas, y otros republicanos en la boleta estatal ganaron por márgenes similares.
En el camino, DeSantis ha construido una imagen nacional, a menudo viajando por el país recaudando fondos para sí mismo o haciendo campaña para otros candidatos.
DeSantis usó el respaldo del entonces presidente Donald Trump para salir de la nada y ganar la contienda por la gobernación en 2018, en una elección tan reñida que requirió un recuento. DeSantis construyó su popularidad en gran medida luchando contra las restricciones del COVID-19, atacando constantemente al presidente Joe Biden y hablando sobre temas como la inmigración ilegal, el otorgamiento de más control a los padres sobre los libros escolares y la enseñanza, políticas vistas como anti-LGBTQ.
En términos políticos, DeSantis ha coadyuvado a que el estado sea más conservador, al involucrarse en la política local y remodelar las juntas escolares y tomar el control total en la reestructuración de los mapas del Congreso para dar a los republicanos más poder en la Cámara de Representantes de Estados Unidos.
Paradójicamente, el hombre que puede darle las gracias a Trump por darle el empujón inicial al éxito es visto ahora como el principal republicano para desafiarlo como precandidato hacia los comicios de 2024.
La sesión legislativa de Florida comienza en dos meses, y DeSantis promete una legislación que creará lo que él llama alivios fiscales favorables a las familias, ampliará los derechos de portación de armas y dificultará que los maestros se unan a los sindicatos.