Nile Khow viajó más de 2.600 kilómetros, desde Houston a Nueva York, para renovar su pasaporte a tiempo de subirse al avión que lo llevaría horas más tarde a Londres. En la era poscovid, los problemas para renovar el documento de viaje en Estados Unidos no son aptos para cardíacos.
El padre de este joven de 20 años consiguió la cita in extremis. «¡No sé cómo lo hizo!», dice a la AFP tras salir de la Agencia de Pasaportes de Nueva York, a donde tiene que regresar para recoger el documento dentro de unas horas antes de ir al aeropuerto y tomar un vuelo a la capital británica luego de haber tenido que modificar el itinerario.
Decenas de personas aguardan en la larga fila, con cita previa, a las puertas del centro oficial. Algunos tienen que viajar por motivos urgentes, como la muerte de un familiar, un viaje de negocios o por las anheladas vacaciones, en plena época estival en el hemisferio norte.
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Linda (no quiso dar su apellido), de 46 años, inició los trámites para renovar los pasaportes de toda la familia (cuatro en total), en abril.
El de ella y su marido los recibieron por correo en junio, pero no los de sus hijos, cuenta, desesperada, un día antes de iniciar las vacaciones en Aruba, en el Caribe, que espera no perder.
«Nunca funcionó como ahora», asegura enfadada. «Dicen que se debe al covid. La gente no viajaba entonces, pero el covid acabó y todo el mundo quiere viajar», remacha.
TORMENTA PERFECTA
Para David Alwadish, el fundador de la agencia de servicios itseasy.com, que realiza trámites como la obtención de pasaportes y visados, lo que se está viviendo es una «fea tormenta perfecta» que ha hecho que mucha gente pierda vuelos, vacaciones o viajes de negocios.
«¡Es como si todo Estados Unidos hubiera decidido renovar el pasaporte y viajar a algún sitio!», afirma a la AFP por teléfono. «En 40 años (en el negocio), no había visto nada igual», asegura.
A su juicio, la avalancha de solicitantes ávidos de viajes tras dos años en casa por la pandemia se ha sumado a la falta de personal -que durante el covid fue trasladado a otros servicios-, y a la instalación de un sistema para renovar el pasaporte en línea que no permite cumplir con las exigencias de seguridad, lo que ha provocado su suspensión momentánea.
El pasado marzo, el Departamento de Estado avisó que conseguir un nuevo pasaporte o renovarlo llevaría entre 10 y 13 semanas y entre siete y 9 si se hacía por una vía rápida con un coste adicional de 60 dólares, a 190 dólares del documento. Casi el doble de tiempo que antes de la pandemia.
En lo que va de año, se han recibido una media de 500.000 solicitudes por semana, un 30% más que el año anterior cuando se expidieron 22 millones de pasaportes, según el secretario de Estado, Antony Blinken.
DEMANDA SIN PRECEDENTES
Es una «demanda sin precedentes», que se topa con la necesidad de «reconstruir» un servicio prácticamente desmantelado durante el covid, reconoció Blinken.
Su departamento pidió a los ciudadanos que «verificaran la fecha de caducidad del documento y lo renovaran» cuanto antes, al acercarse las vacaciones estivales.
Muchos países exigen una validez superior a los seis meses para emprender el viaje, recuerda Alwadish, que por obtener un pasaporte en un día cobra 940 dólares por un servicio, aunque en el mercado se llegan a pagar 2.500 dólares por un trámite o 1.500 por conseguir una cita que es gratuita.
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Violetta Stevans (nombre ficticio), de 60 años, tuvo que cancelar su vuelo a Europa previsto para el 1 de julio porque después de 15 días de intentar conseguir una cita, lo único que le ofrecían era una en Puerto Rico y otra en Texas.
«Durante dos semanas llamaba y llamaba para conseguir una cita. Incluso cuando llamaba a las 8h00 de la mañana, me decían que no había», cuenta a la AFP en la larga fila que se va formando a la entrada del servicio de pasaportes de la Gran Manzana.
Blinken espera que estos problemas se vayan resolviendo cuando el servicio en línea esté en pleno funcionamiento, ya que espera que el 60% de las renovaciones se haga por ese medio.
AFP