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Joe Biden cumple sus primeros 100 días en el poder: promesas cumplidas y pendientes

Pensó en grande, actuó rápidamente y sorprendió a sus críticos y a algunos de sus partidarios. En 100 días, Joe Biden, el 46º presidente de los Estados Unidos, deja su huella.

Sin artificios, fiel al tono empático y fácilmente familiar que le gusta, el hombre que fue elegido inicialmente con una promesa de calma después de la tormenta Donald Trump avanza a grandes pasos.

Ante las burlas sobre sus vacilaciones y meteduras de pata, el presidente se muestra disciplinado, con una comunicación cuidadosamente calibrada. Se enfrenta a Vladimir Putin y a Xi Jinping con fórmulas que dan en el clavo («No tiene ni un gramo de democracia», dice de su homólogo chino).

Frente a las dudas sobre su energía, el presidente más viejo de la historia del país bate récords en la vacunación contra el covid-19 (más de 200 millones de dosis administradas). Y en unas semanas ha hecho adoptar un plan de apoyo de la economía de 1,9 billones de dólares antes de anunciar otro sobre las infraestructuras por una suma equivalente.

«Se le ha infravalorado, pero eso se debe en parte a sus antecedentes. Durante su carrera como senador, siempre ha favorecido el pragmatismo y el cambio en pequeños pasos», dice a la AFP Julian Zelizer, profesor de historia de la Universidad de Princeton.

«Incluso durante su campaña, alababa la moderación y la normalidad. En cierto modo, ha cambiado su estrategia apostando por una mayor audacia. Es una estrategia que, desde el punto de vista político, ha dado sus frutos».

 

Presidencia sin dramas

Como símbolo del estilo sencillo que reivindica, saca regularmente del bolsillo de su traje una pequeña tarjeta en la que están escritos los principales indicadores de la pandemia, incluido el número de muertes.

Rodeado de un equipo hasta ahora unido, ofrece el espectáculo de una presidencia sin dramas ni escándalos. La previsible división del Partido Demócrata no se produjo. La izquierda ha mostrado algunos signos de impaciencia, pero hasta ahora ha apoyado a Biden.

En el día a día, la Casa Blanca da la imagen de una «máquina bien engrasada», por emplear la frase utilizada por Donald Trump para describir el caos que reinaba en los pasillos de la prestigiosa Ala Oeste durante su mandato.

También en el frente internacional, Joseph Robinette Biden Jr. se posicionó rápidamente.

Su «cumbre del clima», virtual pero bien orquestada, marcó espectacularmente el regreso de Estados Unidos («America is back») a este juego diplomático del que su predecesor se había retirado con estrépito.

Tras este gran evento, el sábado cumplió una promesa emblemática de la campaña: utilizó la palabra «genocidio» para referirse a la muerte de 1,5 millones de armenios masacrados por el Imperio Otomano en 1915.

Ninguno de sus predecesores se había atrevido, temiendo la fuerte reacción de Turquía: Barack Obama también se había comprometido a hacerlo, pero se echó atrás una vez instalado en el Despacho Oval.

 

Mayoría estrecha

Sin embargo, como veterano en Washington, sabe que lo más difícil está por llegar.

Su estrecha mayoría en el Congreso es una vulnerabilidad: pone a un puñado de senadores demócratas -como Joe Manchin- en la posición de árbitros poderosos.

Su plan de inversión en infraestructuras es hasta ahora sólo un borrador. Los debates van a ser duros y el resultado de la batalla legislativa es incierto.

Respecto a las armas, al igual que en las leyes electorales, su impotencia podría quedar pronto patente. Por último, en el espinoso tema de la inmigración, Joe Biden ha estado a la defensiva desde que asumió el cargo. La Casa Blanca se debate entre la promesa de una política migratoria más «humana» y la crisis en la frontera con México, con la llegada de miles de migrantes.

El miércoles, en la víspera del simbólico aniversario de los 100 primeros días de presidencia, pronunciará su primer discurso político ante el Congreso en horario de máxima audiencia.

Su portavoz, Jen Psaki, ha prometido un discurso centrado en los niños, la educación, la sanidad, «las prioridades de la clase media». El núcleo del discurso será una subida de impuestos para los estadounidenses más ricos.

 

Comparaciones halagadoras

En el bando demócrata, las comparaciones halagadoras -a veces precipitadas- se suceden.

Algunos evocan a Franklin D. Roosevelt («FDR») y la audacia del New Deal para sacar al país de la Gran Depresión. Otros señalan a Lyndon B. Johnson, que utilizó su íntimo conocimiento del funcionamiento del Congreso para cambiar la cara de la sociedad estadounidense.

¿Se unirá Biden al pequeño pero prestigioso grupo de presidentes que han dejado su huella en la historia de Estados Unidos?  «Es posible, pero es demasiado pronto para saberlo», dice Julian Zelizer.

En el bando contrario, privado de su cuenta de Twitter pero sobre todo del poderoso megáfono de la presidencia, el republicano Donald Trump es por el momento casi inaudible. Sus furiosos comunicados, casi diarios, no generan tracción.

Biden casi nunca menciona a su polémico predecesor. Pero Trump sigue siendo extremadamente popular en el campo republicano y podría alzar al voz al acercarse las elecciones de mitad de mandato, a finales de 2022, donde Joe Biden se jugará mucho.

De ahí el deseo de este último de golpear fuerte («ir a lo grande») al principio de su mandato, mientras tenga todos los resortes del poder.

 

Seis aspectos memorables

El presidente estadounidense, Joe Biden, ha cumplido algunas promesas importantes en sus primeros 100 días en el cargo, incluyendo un esfuerzo épico por sacar al país de la pesadilla del covid-19.

Pero algunos dolores de cabeza le esperan más adelante, estos son algunos grandes logros y tres áreas donde aún hay tarea pendiente.

Promesas cumplidas:

1. Vacunaciones contra el COVID-19: Ante la pandemia que enlutó a Estados Unidos Biden prometió un plan masivo de vacunación.

Y lo está cumpliendo. La semana pasada Biden celebró 200 millones de dosis aplicadas y las muertes por Coronavirus han caído de forma dramática.

2. Estímulo económico: Biden impulsó un paquete de rescate de casi 2 billones de dólares para una economía aporreada por más de un año de restricciones por la pandemia.

Aunque los demócratas controlan el Congreso, su margen de maniobra es estrecho y el presidente debió negociar duramente para que se aprobara su plan de rescate, que es popular entre los votantes, según sondeos.

3. Reformular la política exterior: La prioridad de Biden era deshacer lo que considera el daño irresponsable de su antecesor Donald Trump a las alianzas tradicionales de Estados Unidos.

El primer ministro japonés, Yoshihide Suga, fue su primer invitado internacional a la Casa Blanca, señal de que Washington apunta a fortalecer sus lazos con Asia.

Según la Casa Blanca, el primer viaje internacional de Biden será a Europa, para las cumbres del G7, OTAN y Unión Europea en junio. La alianza transatlántica, denostada por Trump, está de vuelta.

Con Biden Estados Unidos también regresó al tratado de París contra el cambio climático; buscar revivir el acuerdo nuclear con Irán; en tanto fijó una fecha para el retiro definitivo de las tropas estadounidenses en Afganistán: 11 de septiembre.

Pendientes:

1. Trabajar con el Congreso: Biden prometió bipartidismo pero hasta ahora ha trabajado sobre una mayoría legislativa ínfima de los demócratas.

Eso siembra dudas sobre sus próximos proyectos: una reforma de infraestructura, reformas sobre brutalidad policial e inmigración.

Las elecciones legislativas del próximo año podrían borrar la ventaja de los demócratas en el Congreso.

2. Inmigración: Biden prometió un enfoque más humano hacia los inmigrantes indocumentados tras la postura dura de Trump, enfocada principalmente en las barreras físicas.

Pero el nuevo gobierno no estaba bien preparado para la oleada de migrantes, especialmente centroamericanos, hacia la frontera sur. Las instalaciones de acogida sobrecargadas con niños sin acompañantes dieron munición a los críticos republicanos al tiempo que causó molestia entre los seguidores de Biden.

Y un confuso ida y vuelta sobre sus promesas de aumentar el número de refugiados admitidos en Estados Unidos alimentó la sensación de desorden.

3. Problemas de política exterior: Aunque Biden se movió rápidamente para reparar los lazos con los aliados, sus planes para lidiar con sus adversarios sigue siendo una tarea en ciernes.

Y aún no debió enfrentar una verdadera crisis. China, Irán, Corea del Norte o Rusia podrían presentar una en cualquier momento.

 

 

Con información de AFP