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Los Ángeles reflexiona sobre el estallido social que sacudió a la ciudad hace 30 años

Los disturbios que sacudieron a Los Ángeles en 1992 tras la absolución de unos policías blancos que golpearon a un hombre negro, desnudaron las tensiones raciales de una ciudad que 30 años después reflexiona sobre su complejo tejido social.

«No hay nada romántico, atractivo o hermoso que celebrar por lo que ocurrió durante aquellos seis días», dice el pastor «J» Edgar Boyd sobre el estallido social que inició el 29 de abril, pocas horas después de que la justicia absolvió a cuatro policías acusados de haber golpeado salvajemente el año anterior a Rodney King, un hombre negro detenido después de una persecución en automóvil a toda velocidad.

«Pero hemos concordado en asimilar las desigualdades y los horrores de lo ocurrido porque son una realidad», agrega Boyd, de la Primera Iglesia Metodista Episcopal Africana de Los Ángeles que este viernes realizará una ceremonia para conmemorar la fecha.

La absolución de los policías, a pesar de que la salvaje golpiza fue grabada en cámara por una persona próxima al lugar del incidente en un video que se volvió viral, fue la gota que derramó el vaso de las tensiones sociales de la ciudad.

En 1992 los comerciantes coreanoestadounidenses pagaron un alto precio durante los saqueos. De los mil millones de dólares estimados en pérdidas económicas, casi la mitad pertenecía a esta comunidad.

La ira no era fortuita. Meses antes, dos negros en incidentes separados murieron a manos de los dueños de pequeñas tiendas de Koreatown, un activo barrio que en la actualidad está ocupado mayoritariamente por latinos.

Ninguno de los responsables por la muerte de Lee Arthur Mitchell o de la adolescente Latasha Harlins pasaron si quiera un día en prisión, lo que aumentó el resentimiento en una ciudad polarizada y desigual.

– «Pobre contra pobre»-

«No era un intento de ir en contra de los comercios de los coreanoestadounidenses. Era más una respuesta a la falta de justicia perpetuada contra la comunidad negra», explica Boyd.

Pero existía la percepción entre muchas personas de a pie que los coreanos era «dueños distantes de comercios» sin interés de «devolver algo a la comunidad de la cual se beneficiaban», lo cual -de acuerdo con Boyd- los volvió un objetivo fácil.

Para David Ryu, el primer concejal coreanoestadounidense de Los Ángeles, la violencia no era un «conflicto entre coreanos y negros», sino «un tema de pobreza, con el pobre enfrentando al pobre».

En la década de 1990, los comerciantes coreanoestadounidenses estaban instalándose en Los Ángeles, con lo que seguían otras olas migratorias de italianos y de personas procedentes de países del este europeo.

«Como no podían atacar al Estados Unidos blanco, o al poder que simbolizaba esto, se descargaron con la persona que encontraron en frente», dice Ryu, quien era un adolescente en la época de los saqueos.

Sus padres acababan de vender una tienda de juguetes poco antes del estallido. El edificio donde se encontraba el comercio fue reducido a cenizas.

«La rabia fue dirigida hacia los coreanoestadounidenses», comenta.

– «Horrible día»-

Los Ángeles, cosmopolita y famosa por atraer soñadores del mundo entero, se precia de ser una de las ciudades más diversas cultural y étnicamente.

Pero sus diferentes barrios muestran la división racial y económica, con comunidades aisladas en grupos casi herméticos.

En 1992, la violencia estalló en el sur de la ciudad, un área predominantemente negra, donde muchas de las pequeñas tiendas eran administradas por inmigrantes coreanos.

Los saqueos avanzaron hacia el centro de la urbe y se extendieron por Koreatown, donde los dueños de las tiendas se subieron armados a los techos para defender sus propiedades, según registraron imágenes que dieron la vuelta al mundo.

Unas 60 personas fueron asesinadas, la mayoría negros y latinos, y otras 2.000 resultaron heridas durante la revuelta que fue enfrentada por la policía y la Guardia Nacional.

La comunidad coreanaestadounidense bautizó el evento como «Sa-i-gu», literalmente «29 de abril».

«Fueron los primeros disturbios multiétnicos de Estados Unidos», opina Edward Chang, profesor de estudios étnicos de la Universidad de California, Riverside.

Para Chang, la tendencia a analizar las relaciones raciales en Estados Unidos como «negro contra blanco» es un problema de la costa este, que ignora la complejidad del tejido social de Los Ángeles.

En 1992, el Departamento de la Policía de Los Ángeles, mayoritariamente blanco, «decidió no proteger ni servir a la comunidad como debía. Koreatown fue abandonada», afirma Chang.

«Los inmigrantes coreanos no tuvieron más opción que defender sus tiendas. Eran su fuente de ingreso, eran su sueño americano».

Algunos incluso ven un paralelismo con los recientes ataques a las comunidades asiáticas, alimentados en parte por la pandemia del covid-19 que se originó en China.

Los crímenes de odio contra los asiáticoestadounidenses aumentaron el año pasado más del 300% en comparación con 2020, de acuerdo con el Centro para el Estudio del Odio y el Extremismo.

Es en este contexto que el aniversario de los saqueos se conmemorará con la ceremonia religiosa de la Primera Iglesia Metodista Episcopal Africana de Los Ángeles en un edificio perteneciente a la comunidad coreana.

«Este es un gran hito», conmemora Boyd.

«Lo que vamos a hacer el 29 de abril es mostrarle al mundo y a Los Ángeles que queremos ser suficientemente grandes para acabar con las brechas que dominaron ese horrible día», destaca.

AFP