El presidente Joe Biden pedirá este viernes al Congreso la autoridad para gastar casi 6 billones de dólares en 2022, lo que le daría los recursos para comenzar a implementar su ambiciosa agenda de inversiones en infraestructura y expandir programas sociales.
Sin embargo el proyecto también elevaría los gastos federales a un porcentaje casi sin precedentes de la economía estadounidense y llevaría la deuda nacional a nuevos niveles.
El presupuesto proyecta continuos incrementos de gastos federales durante la próxima década, para llegar hasta 8,2 billones en 2031, según el periódico The New York Times. Gran parte de ese aumento refleja el plan de infraestructura de 2,3 billones de dólares y el plan de educación y familias de 1.800 millones que el presidente quiere poner en marcha ya mismo, aunque ninguno ha sido aún aprobado por el Congreso.
El dinero para muchos de los nuevos gastos vendría de aumentos de impuestos propuestos para los ricos y las corporaciones. Sin embargo, la administración proyecta que el gobierno federal aún arrastraría déficits de más de 1,3 billones de dólares por año durante la siguiente década antes que el presupuesto comience a inclinarse hacia un balance.
El presupuesto es un ejemplo importante de las metas y ambiciones políticas del presidente, pero el Congreso es el que determina finalmente cuánto se gastará realmente el año próximo y cómo esos gastos serán financiados.
Los demócratas mantienen actualmente pequeñas mayorías en la Cámara de Representantes y el Senado, pero los republicanos tendrán su parte en las decisiones sobre gastos e impuestos de los próximos meses.
Biden promueve su programa
El presidente planteó su caso el jueves en Cleveland, alegando que el proyecto de gastos es una inversión para el futuro del país.
«Ahora es el momento de construir sobre los cimientos que hemos echado para hacer inversiones audaces en nuestras familias y nuestras comunidades y nuestra nación”, dijo Biden. “La historia nos enseña que este tipo de inversiones levantan el piso y el techo de la economía para todos”.
No se espera que el proyecto de presupuesto contenga muchas sorpresas cuando sea divulgado este viernes. En abril, la administración dio a conocer una descripción detallada de su plan de gastos discrecionales para el año fiscal 2022, o sea los fondos que el gobierno no está obligado a gastar bajo las leyes actuales como tiene que hacerlo para programas de prestaciones como el Seguro Social y el Medicare.
Diferencias con administración anterior
El presupuesto reflejó un claro desvío de las prioridades de la administración anterior del expresidente Donald Trump, que recortó gastos en muchas agencias federales poco después de la investidura de Trump.
Por ejemplo, el presupuesto del Departamento de Educación crecería un 41% bajo el plan de Biden, el Departamento de Comercio un 28%, el Departamento de Salud y Recursos Humanos un 24% y la Agencia de Protección Ambiental un 21%.
Los extraordinarios esfuerzos del gobierno para mitigar el impacto económico de la pandemia del coronavirus en 2020 llevaron temporalmente a los gastos como porcentaje de la economía a su mayor nivel desde la Segunda Guerra Mundial.
Mientras el presupuesto de Biden gradualmente reducirá los gastos del gobierno como porcentaje de la economía de los niveles actuales, aún anticipa gastos sobre los niveles promedio de los últimos 70 años.
El plan se basa en pronósticos de un rápido crecimiento económico durante la recuperación de la pandemia, pero un regreso a una tasa de crecimiento de menos el 2% después de esa etapa. Con el plan de Biden, el gobierno estaría gastando un promedio de casi el 25% de Producto Interno Bruto (PIB) durante la próxima década.
Con información de Voz de América