La balista venezolana Ahymara Espinoza es un ejemplo de perseverancia ante la adversidad, se encuentra en Tokio 2020, a pesar de que no recibió apoyo del Estado, practicó por su cuenta en un terreno de Barlovento, y pagó ella misma sus implementos deportivos para clasificar a los Juegos Olímpicos.
La periodista Jackelin Díaz relató parte de los obstáculos que superó la atleta para llegar a Tokio 2020.
«Tuvo que practicar sola en Venezuela y se grababa a sí misma para poder mejorar», comento en su cuenta en Twitter donde publicó un video de los entrenamientos que tenía en una casa con techos de zinc.
Ahymara también sufrió problemas de ansiedad cuando comenzó la pandemia. Estaba en Europa y tuvo que regresar a #VEN al quedarse sin dinero
Es la balista número 40 en el ranking mundial y así tuvo que practicar en los últimos meses. Con todo en contra, logró clasificar a #Tokio pic.twitter.com/9axP8vUfaz
— Jackelin Díaz (@JackelinDz) July 30, 2021
«Tuvo que regresar a al quedarse sin dinero. Es la balista número 40 en el ranking mundial y así tuvo que practicar en los últimos meses. Con todo en contra, logró clasificar a Tokio», acotó.
Espinoza quedó en el puesto 12 tras ejecutar tres lanzamientos (17.17 m, 16.74 m y 16.50 m).
Ahora la mira puesta estará en el Mundial de 2022.
«Ese es mi objetivo, trabajar por ello.. A seguir luchando, a seguir trabajando».
Su paso para llegar
En una entrevista para la Associated Press (AP), Espinoza reseñó que la pandemia de COVID-19 le puso todo cuesta arriba, pues tuvo que abandonar su entrenamiento en Eslovenia para atender a su familia en su natal Barlovento (Miranda).
Al regresar al país no recibió el apoyo esperado por el Estado para continuar con sus entrenamientos y mejorar sus condiciones de cara a la competición en Japón. Por eso ha tenido que trabajar en diversas áreas para poder enfrentar la crisis que afecta al país y poder llevar el sustento a su hogar.
La atleta recibe una beca deportiva por alrededor de 10 millones de bolívares (cerca de $2,50) y tiene un sueldo como profesora de educación física de unos 12 millones de bolívares (cerca de $3). Para complementar sus ingresos, ha debido ser taxista y realizar delivery de licores para diversas tiendas y locales comerciales, exponiéndose a la delincuencia que azota esa región mirandina.
“Lamentablemente, no sé qué pasó; no he contado con ese apoyo”, dijo Espinoza a AP.
Además, la pandemia de COVID-19 impidió la realización de otras competiciones internacionales que la ayudaran a mantener su puesto en el ranking mundial, y descendió del puesto 27 al 36 en el escalafón publicado el pasado 22 de junio.
A pesar de todo este escenario, Espinoza ha cumplido sola con sus rutinas de entrenamiento en un estadio de béisbol en Barlovento, sin entrenador, para mantener las técnicas y la destreza, y en su casa hace sus propias rutinas de pesa y resistencia con sus propios equipos.
“Un atleta de alto nivel no trabaja en las condiciones que yo trabajo. Hace falta ese equipo multidisciplinario para trabajar y lograr el objetivo que es ganar”, señaló.