La periodista venezolana Daniela Aldrey salió de su país en 2008. Esperaba que sus planes de viajes la llevaran a conocer y aprender las diferentes culturas del mundo, todo esto por un tiempo. Lo que jamás se imaginó es que el destino tenía otros planes para ella.
A sus 28 años consiguió una maestría en periodismo de investigación para televisión con el diario El Mundo, lo que le permitió establecer un puente entre su país y España.
Daniela explica que llegó a París de manera casual, se enamoró de un francés que conoció en España cuando ambos coincidieron en unas vacaciones. «Fue un flechazo que me hizo formar un hogar con tres hijos y me mudó a París”.
Su destino jamás fue la capital francesa, que para ella era una ciudad solo para ir de visita, pasar unos días de vacaciones y disfrutarla pero no por mucho tiempo ya que considera que adaptarse, aprender el idioma y llevar su ritmo de vida no es nada fácil.
Y a pesar de ser periodista graduada, no fue fácil conseguir un empleo en su área. Con el paso del tiempo sentía que lo poco que estaba logrando hacer en su área no la satisfacía por completo, lo que la llevó a emprender.
Ají Dulce nace por una nostalgia por su país, por las ganas de crear un proyecto propio y que estuviera vinculado con sus raíces. “La comida venezolana para mí es lo más top, es la mejor comida que hay y de alguna manera sé que hacer esto me hace seguir estando conectada con mis raíces y con lo que realmente soy”, comenta.
A pesar de conocer muy bien la cocina de su país, su esposo la aconsejó que debía buscar a alguien con mucha experiencia para que la ayudara con esta gran idea.
Luis Machado es su gran socio. Cuando lo contactó estaba terminando su escuela de cocina y desde el primer momento se enamoró de la idea y decidió unirse al proyecto. Asegura que sin él Ají Dulce no sería posible.
Sus comienzos fueron en un foodtruck porque era la forma más sencilla de probar el concepto y era menos inversión económica, además de esto los ayudó a adentrarse en el universo gastronómico de la ciudad. Comenzaron asistiendo a festivales donde eran los únicos latinoamericanos, lo que les permitió tener más espacios y permisos para poder instalarse.
«Decidimos abrir un restaurant porque el foodtruck no es un negocio estable en el tiempo, a veces podíamos estacionarnos, en otros momentos no, solo podíamos trabajar dos o tres veces por semana. Invertimos en un local para que la gente pueda asistir cuando quiera”, explica Aldrey.
Su idea principal era no tener productos para venezolanos, sino poder mostrarle a los franceses cómo se come en Venezuela. “Hacer viajar al comensal francés a nuestra casa, ese es el objetivo», agrega Aldrey a la Voz de América.
Ají Dulce ofrece un menú que protagoniza la popular arepa venezolana con rellenos tradicionales y creativos , además de tequeños, cachapas y otros platos populares de venezolanos.
Actualmente, en la tienda todos los trabajadores son venezolanos. Aldrey asegura que ese ambiente de trabajo te hace sentir como en una cocina venezolana, el humor y la armonía es lo que más resalta.
La mayoría de los comensales, un 80%, son franceses, también llegan colombianos, argentinos y por supuesto venezolanos.
La pandemia sin duda los obligó a cerrar por varios meses de manera inesperada y los obligó a retrasar la apertura de un segundo restaurante, que dentro de poco estará nuevamente entre los planes de Daniela y Luis.
En sus pensamientos y creencias siempre está presente ser optimistas, no tener miedo, y echarle pichón a todo (hacer con entusiasmo).
“Para mi Ají Dulce es Venezuela”, concluye.