La tumba de Hasibollah Fagkiri, un niño afgano fallecido a los cinco años en un campo de migrantes de Grecia, apenas se distingue de las piedras sepulcrales del cementerio cristiano ortodoxo de Schisto, en la periferia oeste de Atenas.
El nombre del pequeño en el mármol despierta un «doble dolor» en sus padres, Esfandiyar Fagkiri y Zarnegr Nazari: el de perder a uno de sus cinco hijos menos de un año después de llegar a Grecia y el de no disponer de un cementerio musulmán para enterrarlo en Atenas, explica a AFP el padre.
Hasibollah fue atropellado mortalmente el 9 de enero de 2021 por un camión de servicios públicos mientras jugaba con otros niños cerca de la entrada del campo de Malakassa en el norte de Atenas. La familia se había instalado allí hacía apenas cuatro meses.
Oenegés y las autoridades locales atribuyeron el accidente a las «malas condiciones» del campo y reclamaron «su cierre».
El pequeño fue enterrado «muy rápidamente» en Schisto. La familia recibió un apartamento en el centro de Atenas, pero a 17 km del cementerio, «un trayecto de una hora en autobús», lamenta el padre Esfandiyar Fagkiri.
– Exhumación en tres años –
Su infortunio no termina aquí. En tres años, en 2024, el cuerpo del niño tendrá que ser exhumado por falta de espacio en los cementerios de Atenas.
Cuando el difunto «no dispone de tumba familiar, la exhumación es obligatoria después de tres años», explica Dimosthenis Smatatos, presidente de la unión de municipios cercanos al cementerio de Schisto.
Los restos después se conservan en un anexo especial de la iglesia del camposanto.
«Nuestra religión no autoriza la exhumación», se indigna Esfandiyar, recordando que la incineración está prohibida por el islam y que el cuerpo debe «quedar enterrado para siempre».
De mayoría cristiana ortodoxa, Grecia solo dispone de cementerios islámicos en Tracia, en el noreste del país, donde vive históricamente una minoría musulmana.
Pero las sucesivas olas migratorias han llevado a medio millón de musulmanes a Atenas, exiliados que huyen de guerras y de la pobreza.
«Debido al elevado coste de trasladar un difunto a Tracia, el número de entierros de musulmanes ha aumentado en los últimos años en los cementerios ortodoxos de Atenas, particularmente con la pandemia del coronavirus», explica Rezai Mohtar, presidente de la comunidad afgana, durante una rueda de prensa la semana pasada.
Tzaved Aslam, responsable de la comunidad paquistaní de Grecia, también lamentó «la ausencia de un cementerio» musulmán en Atenas, «una petición de hace tiempo» de los migrantes islámicos.
– Un terreno cedido por la Iglesia –
La Iglesia de Grecia cedió «en 2016 un terreno de 20.000 m2 en el cementerio de Schisto» para crear «una sección reservada a los musulmanes», explica Stamatatos.
Pero «debido a un litigio judicial» con el constructor, «su ejecución va con retraso», añade el responsable de las autoridades municipales cercanas a Schisto.
El gobierno griego se muestra optimista: «Se ha dado luz verde y el proyecto se realizará dado el gran número de musulmanes en Atenas», señala un alto responsable del ministerio de Cultos que pidió anonimato.
El principal partido de la oposición, el izquierdista Syriza, y varias organizaciones de defensa de derechos humanos imputan este retraso a los retrasos «burocráticos» y a la política antimigratoria del gobierno conservador, acusado regularmente de repatriaciones ilegales de exiliados en las fronteras griegas.
«El contexto es negativo en Grecia en materia de respeto de los derechos de migrantes y refugiados», criticó recientemente el diputado de Syriza Giorgos Psychogios en el Parlamento.
Los cementerios no son la única carencia en la capital griega. Los musulmanes tuvieron que esperar quince años antes de poder abrir en 2020 una mezquita en Atenas por la oposición de la Iglesia ortodoxa y de grupos nacionalistas.
AFP.