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Inmigración

La generosidad con los desplazados se toma las carreteras de Sudán

People gather in the Sudanese town of Wadi Halfa bordering Egypt on May 4, 2023. - In three weeks of fighting between rival Sudanese generals that has plunged the impoverished country into turmoil, thousands have rushed to escape, often only having had the time to grab their most basic essentials. (Photo by AFP)

Situados a un lado de la carretera, distribuyen agua y comida a los habitantes de Jartum, que se dirigen hacia el sur para huir de los combates. Después de tres semanas de guerra, la legendaria hospitalidad de los sudaneses no decae.

En el largo tramo de asfalto que conecta Jartum con las regiones del sur, el desfile de autos llenos de familias asustadas, hambrientas y sedientas parece interminable. Pero en el camino, los habitantes de los pueblos salen con vasos y platos en la mano para tratar de aliviar su dolor.

A cien kilómetros de la capital, Abu Bakr Hussein grita a los conductores: «la comida está lista, bájense, no los vamos a retrasar».

«La gente se fue y no tuvo tiempo de preparar nada para la guerra», dice a AFP. «Así que tomamos nuestras reservas de agua y alimentos, y comenzamos a preparar comida», continúa.

El 15 de abril, durante el último fin de semana del mes de ayuno del Ramadán, el sonido de las explosiones y los combates inundaron el corazón de la capital.

Desde entonces, el ejército dirigido por el general Abdel Fattah al Burhane, y los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) del general Mohamed Hamdane Daglo, intercambian disparos y bombardeos a través de edificios y casas golpeados regularmente por balas perdidas.

 

– «Una vieja tradición»-

 

En Jartum «hay saqueos» y «mucha gente dice que los combatientes de las FAR entraron en sus casas para comer», añade Aly Verjee, de la Universidad de Gotemburgo en Suecia.

«El mando de las FAR, implícita o explícitamente, dijo a sus hombres que se organizaran y se alimentaran sin esperar un apoyo logístico organizado», dijo a AFP el especialista en Sudán.

En los primeros días de la guerra, durante el ayuno, los habitantes del estado de Al Jazira ya se movilizaban. Cada año, durante el Ramadán, los voluntarios obligan a los conductores y viajeros a romper el ayuno con ellos para perpetuar lo que todos llaman aquí «una vieja tradición».

Ofrecer una comida a los viajeros durante este mes es considerado un acto sagrado que puede valer el paraíso, según la costumbre.

Sobre todo en uno de los países más calurosos del mundo, donde los frecuentes cortes de agua y luz hacen aún más difícil sobrellevar los 40 grados.

Pero incluso después del mes de ayuno, el conflicto empuja a los habitantes a racionar los víveres.

«Cuando vimos la situación, comenzamos a recolectar donaciones de los aldeanos, compramos todo lo que necesitábamos y cocinamos», dijo Hussein.

Después de dos semanas de guerra, la ONG Norwegian Refugee Council (NRC) también informó de que el precio de los alimentos en el estado de Al Jazira se había duplicado.

 

– Generosidad –

 

La solidaridad sudanesa no sólo existe en el sur. Así lo atestigua Mohammed Issa, que desde el inicio de la guerra recorre con su autobús las carreteras de estados alejados de Jartum.

Ha visto «la generosidad» de sus conciudadanos «en el camino hacia el Nilo Blanco, Sennar, Gadarif o incluso el Mar Rojo y Kordofán», las regiones a salvo de la violencia de la que huyen los desplazados.

Mirghani Hassan llegó a Atbara, 350 kilómetros al norte de la capital, después de salir de Jartum presa del pánico con su familia.

«En cada pueblo por el que pasamos, la gente insistía en que nos detuviéramos a comer y beber», le cuenta a la AFP por teléfono. Incluso, a veces, «teníamos que parar en un pueblo a pesar de que otra persona ya nos había dado de comer un kilómetro antes».

AFP