A pie o a caballo, miles de sudaneses, la mayoría mujeres y niños, cruzan cada día el pequeño arroyo seco que marca la frontera entre Sudán y Chad para huir de la violencia de los enfrentamientos.
Al menos 20.000 personas se refugiaron desde inicios de mayo en un campamento improvisado del pueblo de Koufroun, según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), presente en el terreno con otras oenegés.
La localidad está a unos cientos de metros de la provincia de Darfur del Oeste, que junto a la capital, Jartum, es una de las zonas más afectadas por los enfrentamientos que se desencadenaron el 15 de abril en Sudán.
El conflicto, que ya dejó más de 500 muertos y 4.500 heridos, se desató entre las fuerzas del ejército liderado por el general Abdel Fattah al-Burhan y los paramilitares de las Fuerzas de Acción Rápida (FAR), liderados por su exnúmero dos, el general Mohamed Hamdan Daglo.
La mayoría de los refugiados huyeron hacia la pequeña ciudad sudanesa de Tendelti, a unos 20 km de Koufroun, pese a los encarnizados combates.
Una gran parte de ellos llega con las manos vacías, una señal de la rapidez con la que se vieron obligados a huir. La ONU calcula que al menos 100 personas murieron en Darfur Oeste en la última semana. Pero la cifra podría ser mucho mayor debido a la falta de informaciones.
Otros llegan cargando algunos bienes a sus espaldas bajo el calor aplastante que caracteriza esta zona desértica.
Bajo la sombra de los acacias, trabajadores humanitarios y otros refugiados que pasaron por ahí construyeron pequeños resguardos, según un periodista de AFP.
En un área de dos kilómetros cuadrados, algunos utilizan las prendas y los velos de las mujeres para crear sombra.
– «No tengo nada» –
Mahamat Hassan Hamad es uno de ellos. Bajo un árbol construyó un pequeño cuarto. Las paredes son de paja y el techo es de lona. En él vive junto a su esposa y sus 11 hijos.
«Las FAR atacaron muy temprano en la mañana, quemaron nuestras casas y destruyeron todo a su paso, agarré mis hijos para cruzar la frontera», recuerda con lágrimas en los ojos este sastre de 52 años.
Bousseyna Mohamed Arabi, de 37 años, también recuerda el momento. «Atacaron nuestro pueblo y cuando algunos de nosotros quisieron salir de su casa, los mataron, tres o cuatro de ellos».
según todos los refugiados contactados por AFP, los ataques fueron realizados por las FAR.
– Botiquín de emergencia –
A unos 800 km al este de Yamena, los refugiados dependen de los trabajadores humanitarios, que también parecen desbordados.
La agencia de Naciones Unidas para la infancia (Unicef) distribuye botiquínes de emergencia con ustensilios de cocina, cobijas y esterillas.
«Utilizamos reservas de emergencia para ayudar a estos refugiados que acuden en masa a una zona que es la más pobre del mundo en cuanto a agua y centros de salud», explicó Donaig Le Du, portavoz del organismo en Chad.
La oenegé Primera Urgencia Internacional instaló una base médica improvisada en Koufroun. Tres trabajadores sanitarios se ocupan diariamente de las consultas, a las que acuden entre 100 y 200 personas, según Ndoumbaye Thertus, gerente de la organización local.
«Las principales patologías son enfermedades respiratorias, gastroenteritis y desnutrición», señaló.
Los cooperantes temen que la situación humanitaria se vuelva catastrófica en Koufroun.
«El gran reto que tenemos ante nosotros es la logística, y necesitamos movilizar a diferentes donantes para que nos apoyen», declaró Jean Paul Habamungu, jefe de operaciones de Acnur en el este del Chad.
«No perdamos de vista que ya teníamos medio millón de refugiados sudaneses en Chad» antes del reciente conflicto, dijo.
Miles de refugiados más podrían llegar a Koufroun o cualquier otro lugar mientras siguen los combates. Más de 1.300 kilómetros de frontera separan ambos países.
AFP