Diez años después de haber huido de la guerra en su Siria natal, Hadil espera un tercer hijo. Nacerá como muchos otros en el miserable campamento de refugiados de Zaatari en Jordania, que acoge a unas 80.000 personas desplazadas por el conflicto.
«Esperaba estar en casa, en mi país, pero el destino decidió que esté aquí. Me casaré aquí y daré a luz a mis hijos aquí, lejos de mi país», explica a la AFP Hadil, de 25 años, que prefiere utilizar un seudónimo por razones de seguridad.
Como la mayoría de los refugiados en Zaatari, de los cuales aproximadamente la mitad son niños según la ONU, Hadil y su familia provienen de la provincia de Derá, muy cerca de la frontera jordana y cuna del levantamiento de 2011 contra el régimen del presidente Bashar Al Asad.
La guerra mató a casi medio millón de personas y desplazó a aproximadamente la mitad de la población de Siria.
Hadil se casó con un refugiado sirio que también vive en Zaatari. La pareja ya tiene dos hijos, de seis y siete años.
La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) registró 168.500 nacimientos de bebés sirios en Jordania desde 2014.
En total, los sirios en el exilio dieron a luz alrededor de un millón de niños durante el mismo período.
Muchos de ellos nacen en condiciones difíciles en campamentos de refugiados superpoblados, a menudo con un acceso limitado a la educación, con la amenaza del trabajo infantil y el matrimonio forzado.
– «¿Dónde está Siria?» –
«Mis hijos crecieron aquí. Cuando me oyen hablar de Siria, me preguntan: «mamá, ¿dónde está Siria?», explica la joven madre embarazada de seis meses en la sala de espera de la única sala de maternidad del campamento.
«Trato de explicarles que este no es nuestro país. Que somos refugiados. Que nuestro país está allí y se llama Siria. Es difícil de entender para ellos», añade.
La ONU cuenta con 675.000 refugiados sirios registrados en Jordania, pero Ammán estima que la cifra real es de aproximadamente 1,3 millones de personas y afirma que el costo de su alojamiento superó los 12.000 millones de dólares.
Hadil afirma que no se atreve a regresar a su país a pesar de una disminución de las hostilidades, ya que su primo, que vivía en Zaatari, murió menos de un mes después de su regreso a Derá, dejando en el campamento a su esposa y cinco hijos.
– Planificación familiar –
La clínica de maternidad de la ONU -el centro de salud más grande del campamento- tiene 10 camas, la mitad de las cuales están ocupadas por mujeres que acaban de dar a luz.
La partera Amon Mustafa, de 58 años, trabaja en el centro desde que se inauguró el campamento en 2012. «Cada día nacen entre cinco y diez bebés, y con los cinco de hoy, el número total de nacimientos en el campamento llegó a 15.963», detalla.
La clínica emplea a 60 miembros del personal médico, incluidos cuatro especialistas, 21 parteras y siete enfermeras, así como técnicos y farmacéuticos.
«Conozco a la mayoría de las mujeres y niños del campamento», añade Mustafa.
La directora de la clínica, Ghada Al Saad, explica a la AFP que el establecimiento «funciona 24/24 y 7/7, ofreciendo todo gratuitamente, incluidos medicamentos, tratamientos, pruebas y vacunas» hasta la edad de dos años.
Las pancartas en las paredes animan a las madres a amamantar, y según Mustafa, el personal «intenta» educar a las mujeres sobre la planificación familiar y el uso de anticonceptivos, aunque esta última sigue siendo limitada.
En la sala de espera, Nagham Chagrane, de 20 años, lleva en brazos a su recién nacido, Zaid, que duerme profundamente. Hace nueve años que vive con su familia en el campamento, donde se casó con su primo.
«Al principio dudamos en tener nuestro primer hijo», explica. «Todos tienen derecho a nacer y vivir en su propio país, pero ¿qué podemos hacer?», se pregunta.
Los niños nacidos en campamentos de refugiados en Jordania están registrados por las autoridades locales y pueden solicitar un pasaporte sirio en la embajada de Ammán, según el ACNUR.
AFP.