Una quincena de esqueletos humanos hallados en 2004 en el fondo de un pozo medieval del Reino Unido probablemente sean de víctimas de una masacre antisemita ocurrida hace más de 800 años, según un estudio.
El ataque se habría producido en 1190 en la ciudad de Norwich, en el este de Inglaterra, donde unas décadas antes, los judíos locales habían sido acusados del asesinato de un niño cristiano, apuntaron los autores de la investigación.
Los científicos recurrieron a multitud de técnicas, incluyendo ingeniería genética, para arrojar luz sobre esa misteriosa matanza.
Todo empezó en 2004, cuando, durante unas obras de acondicionamiento, se descubrieron al menos 17 restos humanos (seis adultos y once niños) en un antiguo pozo.
Al parecer, los cuerpos fueron echados al pozo desordenadamente, algunos de cabeza, lo que sugeriría una muerte violenta.
Ian Barnes, genetista del Museo Nacional de Historia Natural de Londres, empezó a interesarse en el descubrimiento en 2011, cuando trabajaba en un documental centrado en casos no resueltos de la historia.
«Al principio pensábamos que esos individuos habían sido víctimas de una epidemia, como la peste, o de una hambruna», dijo a la AFP el científico, autor, junto a otros expertos, del estudio, aparecido esta semana en la revista Current Biology.
– Predisposiciones genéticas similares –
La datación por carbono radioactivo permitió determinar que los decesos se produjeron en algún momento entre 1161 y 1216.
Por otra parte, los análisis de muestras de ADN extraídas de seis de las víctimas revelaron que estaban predispuestas a determinadas enfermedades genéticas. Unas simulaciones digitales mostraron que la frecuencia de esas enfermedades era muy similar a la observada en las poblaciones de judíos asquenazíes contemporáneas. Esto sugeriría un probable ancestro común.
Estos resultados aportan algo de luz sobre un episodio conocido pero no datado con precisión. Se ignora su causa pero se sabe que, durante el mismo, la población judía asquenazí disminuyó repentinamente. Fue ese evento, llamado cuello de botella demográfico, lo que está en el origen de las variantes genéticas.
Según Mark Thomas, otro de los autores del informe y genetista del University College de Londres, estos descubrimientos «sugieren fuertemente» que ese cuello de botella precedió a la matanza de Norwich y que habría ocurrido mucho antes de lo que apuntaban estimaciones pasadas.
Además, los científicos descubrieron que un chico enterrado en el pozo era pelirrojo, un estereotipo antisemita en aquella época.
Al final, todos sus análisis convergían hacia los disturbios antisemitas documentados que estallaron en Norwich el 6 de febrero de 1190. «El sentimiento antisemita estaba entonces reforzado por los preparativos de la tercera cruzada» destinada a retomar Jerusalén, subrayó Ian Barnes.
Y menos de 50 años antes, la familia de Guillaume de Norwich, un chico que fue encontrado brutalmente asesinado, había acusado a los judíos de la zona de la muerte del muchacho. Se trata del primer caso conocido de acusación antisemita de asesinato ritual de niños cristianos.
«Los cuerpos hallados en el pozo representan una oportunidad única para remontarse a las raíces de las teorías del ‘complot judío’ que todavía persisten hoy», comentó en un tuit Adam Rutherford, genetista del University College de Londres, que no participó en el estudio.
AFP