Expertos advierten que el ecosistema en Grecia está «en peligro» después de que 50.000 hectáreas de bosques y cultivos se quemaron este mes, «el peor julio» en más de diez años.
«El invierno fue seco y las lluvias de primavera insuficientes para mantener la humedad» en las raíces, explica a AFP Charalambos Kontoes, ingeniero agrónomo del Observatorio de Atenas.
Grecia se ve afectada por un largo período de calor, fuertes vientos y sequías, condiciones climáticas «extremas que atizan los incendios», señala Nikos Bokaris, presidente de la unión griega de silvicultores.
El balance provisional de los incendios, sobre todo en Ática -región de Atenas- y en las islas turísticas de Rodas, Corfú o Eubea, asciende «a unas 50.000 hectáreas quemadas», detalla Kontoes, subrayando que se trata del «peor julio» en 13 años.
El jueves, el fuego cerca de Volos (centro-este) afectó sobre todo los campos agrícolas.
Según el ministro de Protección Civil, Vassilis Kikilias, en el plazo de diez días se registraron unos 660 inicios de incendios, en su mayoría rápidamente extinguidos.
Grecia sufre cada año incendios forestales, a menudo mortales, como en 2007 en el Peloponeso y en Eubea (84 muertos) o en 2018 en Mati, un balneario cerca de Atenas (103 muertos).
Hace dos años, los incendios, especialmente en Eubea, causaron durante el verano tres muertos y quemaron 130.000 hectáreas, entre ellas olivares y pinares que producen resina.
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Cientos de colmenas se esfumaron. Hasta la fecha, este año causaron cinco muertos.
Las repercusiones medioambientales se evaluarán después de su extinción, según la antena griega de la oenegé WWF. Pero solo en Rodas -según estimaciones provisionales del organismo griego de seguros agrícolas ELGA- se perdieron 50.000 olivos, además de otros cultivos, así como 2.500 animales y numerosas colmenas.
POCOS ESPACIOS VERDES Y MUCHO HORMIGÓN
«Los incendios ponen en peligro el ecosistema. Los bosques se transforman en tierras agroforestales y las malezas en garriga. Los paisajes cambian y se parecen a los africanos», lamenta Bokaris.
En Rodas, donde los incendios comenzaron el 18 de julio, «una gran parte de la fauna se vio seriamente afectada. Algunos cérvidos quedaron carbonizados», detalla Grigoris Dimitriadis, presidente de la asociación local de protección del medio ambiente.
Los incendios son también la causa de la difusión de partículas contaminantes, a niveles «récord» en este mes de julio. «Entre el 1 y el 25 de julio se produjo una megatonelada de emisiones de carbono, casi el doble del récord de julio de 2007», destaca el observatorio europeo Copernicus.
Cada seis años aproximadamente, las montañas alrededor de Atenas están en llamas. Esto «afecta al ecosistema de la cuenca de la capital», una de las más densamente pobladas de Europa, que reúne a más de un tercio de la población griega de 10,5 millones de habitantes, recuerda Kontoes.
Para Bokaris, la situación en la cuenca del Ática también es problemática porque «hay pocos espacios verdes y las construcciones de hormigón crean un entorno térmico cerrado».
El gobierno griego, que atribuye los incendios a la crisis climática, es acusado de no hacer lo suficiente para proteger la biodiversidad y emprender acciones de prevención.
Grecia recibió 55 millones de euros (60,5 millones de dólares) de fondos europeos en 2022 y 86 millones de euros (94,5 millones de dólares) en 2023 para prepararse mejor.
Bokaris preconiza que se permita la regeneración de las tierras quemadas y que se prohíba la conversión «de los bosques quemados en zonas de cultivo o de construcción», como ocurre a menudo.
«La crisis climática no surgió repentinamente y se necesita la cooperación entre el gobierno, las autoridades locales y los voluntarios para combatirla», afirma Alexandra Messare, de la delegación griega de Greenpeace.
AFP