Las requisas impuestas por el gobierno francés para paliar el desabastecimiento de combustible provocado por una huelga en refinerías llevó este jueves a varios sindicatos a convocar un paro generalizado el próximo martes para defender los derechos de los huelguistas.
Cuatro sindicatos, entre ellos la CGT y FO, y varias organizaciones juveniles llamaron a una huelga general el martes «por el alza de los salarios y la defensa del derecho de huelga», anunciaron en un comunicado.
El detonante vino de la decisión de un gobierno bajo presión de movilizar obligatoriamente a trabajadores en huelga de dos depósitos de combustible, so pena de sanciones, según las centrales sindicales.
Algunos de los principales sindicatos de los empleados de ferrocarriles, del metro de París y de funcionarios ya urgieron a secundar el paro. «La ira crece, incluso en nuestras profesiones», advirtió la sección transportes de la CGT.
A fines de septiembre, los trabajadores de dos refinerías de Esso-ExxonMobil y cuatro de TotalEnergies lanzaron un paro para reclamar un alza salarial, en un contexto de inflación y de beneficios extraordinarios de los gigantes energéticos.
Aunque un 54% de los franceses estiman que sus reivindicaciones son legítimas, según un sondeo de Odoxa para el diario Le Figaro, dos tercios de las personas interrogadas apoyan las requisas y siete de cada diez aseguran que la huelga les afectó.
«Me parece vergonzoso que seamos nosotros los que suframos, porque (…) si no cumplo mis contratos, no me pagan, entonces…», dijo este jueves a la AFP en una gasolinera de París Élisabeth Mailhes, madre de tres hijos y autónoma en el sector de la limpieza.
La huelga dejó sin combustible a casi un tercio de gasolineras. Aunque el gobierno del liberal Emmanuel Macron abogó inicialmente por llamar al diálogo, las largas colas de vehículos ante los surtidores y las críticas de la oposición le obligaron a intervenir.
«Siempre se tiende a pasar la patata caliente al gobierno. [Pero] no podemos remplazar a todo el mundo», aseguró Macron el miércoles por la noche en una entrevista en la cadena France 2, llamando a la «responsabilidad» a TotalEnergies y a la CGT.
La presión del ejecutivo parece que surtió efecto este jueves. Camiones cargados con combustibles salen de los depósitos con personal movilizado, una de las seis refinerías abandonó la huelga y TotalEnergies convocó finalmente una «negociación salarial colectiva».
– «Hasta entrada la noche» –
«Estamos aquí para negociar hasta entrada la noche si hace falta», declaró Isabelle Montaudon, negociadora del sindicato CFE-CGC, al llegar al barrio de negocios de La Défense, al oeste de París, donde tiene su sede la multinacional francesa.
En la mañana, TotalEnergies anunció a los medios una prima «excepcional» de un mes de sueldo para sus empleados en todo el mundo, que se sumaría a un alza de salarios del 6% en Francia en 2023, pero la CGT criticó unas medidas no negociadas.
Esta central sindical reclama un aumento del 10% en 2022 –7% por la inflación y 3% por el reparto de ganancias–, pero la dirección de esa empresa está abierta en principio a negociar solo el salario de 2023.
En el caso de Esso-ExxonMobil, su dirección ya pactó un aumento salarial del 6,5% en 2023 y varias primas con una mayoría sindical, pero que la CGT y FO consideran insuficientes. La primera recurrió incluso la requisa de personal de un depósito de esta empresa, sobre el que la justicia se pronunciará el viernes.
Obligar a los huelguistas a trabajar es una medida excepcional. El principal precedente remonta a 2010, cuando el gobierno del conservador Nicolas Sarkozy requisó trabajadores de refinerías en huelga contra una reforma de las pensiones.
El llamado a la huelga general el martes también tiene en el punto de mira el retraso de la jubilación de 62 a 65 años que quiere llevar a cabo en los próximos meses Emmanuel Macron. Su primer intento en 2019 y 2020 generó protestas masivas.
La movilización podría aumentar la tensión social en Francia, en un contexto de inflación y llamados a ahorrar energía por la guerra en Ucrania. El domingo, la oposición de izquierdas organizó una marcha «contra la vida cara», donde convergen estas reivindicaciones.
AFP