El secretario general de la Presidencia de Brasil, Luiz Ramos, augura una elección presidencial «normal» en octubre, pese a las declaraciones desafiantes de Jair Bolsonaro, aunque teme la acción de «radicales» del lado del mandatario y de su rival, el izquierdista Lula.
En una entrevista en su despacho en el Palacio del Planalto, este fiel consejero de Bolsonaro excluye además la posibilidad de que se produzca una ruptura democrática si el ultraderechista pierde las elecciones frente al exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva, favorito en los sondeos.
Bolsonaro ha declarado que «solo Dios» puede sacarlo del poder y ha dicho también que desea «elecciones libres, transparentes y auditables», poniendo en duda – sin pruebas – el sistema vigente de urna electrónica.
Críticos creen que podría tratarse de una estrategia para no aceptar una eventual derrota.
El mandatario cuenta con un 28% de la intención de voto en la primera vuelta del 2 de octubre, frente a 47% para el exmandatario izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, según un sondeo del instituto Datafolha del 23 de junio.
Ramos, de 66 años, dice que espera unas elecciones «normales», con un clima de «una final (de fútbol) entre Brasil y Argentina», en la segunda vuelta del 30 de octubre.
Pero este general de reserva del Ejército, que ha acompañado a «su amigo» en cargos de confianza desde el inicio del mandato en 2019, admite también sus temores.
«No voy a esquivar el tema: los radicales de un lado y de otro. Nos preocupa a todos. (Pero) el presidente, en cuanto a él, no es radical, pese a su discurso».
– Sin riesgo de golpe –
«Me van a preguntar si va a haber un golpe. ¿Golpe de qué? ¿De karate? ¿De jiu-jitsu? Estamos en 2022, eso no existe», ironiza sobre la posibilidad de una ruptura democrática, agregando que Bolsonaro es un «demócrata».
Ramos afirma además que el mandatario se mantendrá «institucional» en los festejos del bicentenario de la independencia de Brasil, el 7 de septiembre.
Al igual que en 2021, cuando Bolsonaro participó de actos que promovían consignas antidemocráticas y cargó contra el poder judicial, el oficialismo pretende convocar manifestaciones en esa fecha.
Ramos cita la participación del presidente portugués, Marcelo Rebelo de Sousa, quien fue invitado, como factor clave para evitar un «clima» de desafío institucional.
«No se da un clima para hacer lo que (Bolsonaro) hizo en Sao Paulo o Brasilia (en 2021). Marcelo (Rebelo de Sousa) jamás vendría para participar de un evento con connotación de protesta. Su presencia es casi una vacuna que va a permitir que Bolsonaro sea más institucional», dice Ramos.
– «Barbaridad» –
Por otro lado, el general califica de «barbaridad» los crímenes del periodista Dom Phillips y el indigenista Bruno Pereira, asesinados el 5 de junio en la Amazonía.
«El blanco (de los asesinos) era Bruno, una persona que creía que podía transformar aquello y se sintió como un fiscal en un área fronteriza donde existe el narcotráfico, la minería ilegal, todo lo que se pueda imaginar de equivocado… (Pero) uno no domina el océano», dice Ramos.
Además, defiende el papel del gobierno, acusado de «lentitud» en la búsqueda de Phillips y Pereira.
«En la Amazonía es muy común que desaparezcan personas. En este caso hubo una conmoción nacional porque Phillips era inglés. Cuando sucedió, ya había barcos, helicópteros y 200 hombres buscándolos. Pero, ¿dónde está escrito que ante la desaparición de dos personas se deba emplear a las fuerzas armadas como si fuera un asunto de seguridad nacional?».
– Fertilizantes rusos –
Por último, el consejero se defiende de las críticas por la falta de una condena más enfática de Bolsonaro a la invasión de Rusia a Ucrania.
«La posición de Itamaraty fue clara. El presidente nunca apoyó la invasión. Solo que nosotros dependemos del fertilizante ruso, el agronegocio brasileño no camina sin él», dice Ramos.
El ministro viajará a Portugal entre el 4 y 9 de julio, donde se reunirá con políticos y empresarios y abordará, entre otros asuntos, los preparativos para el bicentenario, cuando Brasil recibirá prestado el corazón del emperador Pedro I.
AFP