El príncipe Michael de Kent, primo de la reina Isabel II, ofrece sus servicios como intermediario para hacer negocios con el régimen ruso de Vladímir Putin, según una investigación difundida este domingo por «The Sunday Times» y la televisión «Channel 4».
El primo de la monarca, que no recibe un salario de la Casa Real británica, se ofreció a ser contratado para hacer gestiones antes el entorno de Putin por 10.000 libras al día (11.500 euros) a dos reporteros encubiertos que se hicieron pasar por emisarios de una empresa surcoreana interesada en invertir en Rusia.
En una videoconferencia a través de Zoom difundida por los medios británicos, el príncipe Michael se muestra «entusiasmado» de trabajar con la firma, llamada House of Haedong, y asegura que sus conexiones con el régimen de Putin «podrían beneficiarles».
También alardea de haber recibido la Orden de la Amistad por parte de la Presidencia rusa, uno de los reconocimiento más prestigiosos que dispensa un país considerado por el Gobierno británico como «la mayor amenaza estratégica» para el Reino Unido.
En la conversación participa también un amigo íntimo y socio del príncipe, el marqués de Reading.
Según «The Sunday Times», el marqués califica al primo de Isabel II como «el embajador no oficial de Su Majestad ante Rusia» y dice que su acceso «confidencial» al Kremlin permanece inalterado pese a las fuertes divergencias entre ambos países.
El príncipe señaló en un comunicado que no ha estado en contacto con Putin desde 2003 y el marqués de Reading reconoció que había ido demasiado lejos en sus promesas, de acuerdo al mismo periódico.
La videoconferencia forma parte de una investigación más amplia llevada efectuada por los dos citados medios sobre cómo miembros de la realeza venden su posición privilegiada para hacer negocios.
Otros tres miembros de la Casa Real rechazaron la misma oferta de trabajar para la compañía surcoreana y otro más no respondió.
Michael de Kent, que según el periódico goza de una gran relación con la reina, no recibe ingresos públicos, pero sí goza de protección policial y reside en las dependencias del Palacio de Kensington, en Londres.