Trump vs Maduro/Segundo raund.
EL 20 de enero inicia la segunda administración del Presidente Donald John Trump (DJP), con promesas firmes al electorado de devolver la prosperidad y el respeto a la nación norteamericana.
En Venezuela los ciudadanos han desarrollado un trumpismo por llamarlo de alguna forma, confiando en la disposición de la nueva administración de aplicar acciones radicales en contra del desempeño antidemocrático de Nicolás Maduro, considerando además que la administración de Joe Biden, guiada por el colombiano Juan Gonzalez, genero concesiones a la tiranía venezolana, como la escandalosa liberación de Alex Nain Saab a cambio de favorecer a la petrolera Chevron.
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Uno de los ejes centrales de las propuestas de campaña promete la ejecución de una política radical en cuanto a la migración ilegal, aspecto que intenta utilizar Nicolás Maduro como elemento para sensibilizar las políticas que puedan desarrollarse para restringir su manejo y finalmente su desalojo del poder, destinando todo el lobby político que navega bajo su cauce y que representa el comercio petrolero en EE.UU, para ganar tiempo bajo la promesa de prestar toda la colaboración posible para la repatriación masiva de venezolanos en la dirección de hacer exitosa la gestión de Trump en ese propósito.
No obstante una simple revisión estadística puede demostrar, que Venezuela no representa un problema migratorio para USA, según los últimos estudios realizados esa nación tendría al menos 11.000.000 de migrantes ilegales en su territorio, de los cuales apenas 250.000 serian ciudadanos venezolanos, representando apenas el 2.3% de la migración ilegal, en consecuencia los grandes decisores de la próxima administración Trump, tendrán que valorar los riesgos-beneficios, de una negociación con un sistema que a la mirada de todos en el mundo representa el horror y la barbarie, por tan poco impacto en el desarrollo de las políticas que persiguen.
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En la narrativa del aparato comunicacional del gobierno venezolano: “Donald Trump es un admirador de Nicolás Maduro, a quien considera un líder fuerte”, parece una apuesta osada direccionar la concepción del Presidente de los EE.UU, con calificativos sobredimensionados sobre el gran responsable de una crisis multidimensional y la violación sistemática de los derechos humanos del país de Latino América, por el contrario, por todo el contexto pasado de acontecimientos entre ambos, y la composición del equipo republicano, y la forma en la que adquiere el ascenso al poder en esta oportunidad Donald Trump, el caso de Venezuela y Nicolás Maduro, parece un examen pendiente que no desea reprobarse por segunda vez, y una oportunidad significativa de elevar su nombre en las páginas de la historia al restablecer la democracia en una nación con tantos vínculos con los EE.UU.
¿Maduro puede ayudar a solventar lo que él ocasiona?
Venezuela es un país de altísima peligrosidad, un simple mensaje de Whasapp es causal para detener y condenar bajo la sentencia de terrorismo al ciudadano más común, existen casos de: educadores de primaria, plomeros, electricistas, campesinos, periodistas, abogados de renombres, defensores de los derechos humanos, empresarios, inclusive personas con discapacidades, casos alarmantes de ciudadanos invidentes sometidos a la precariedad del sistema penitenciario por delitos electorales, por votar en contra de Nicolás Maduro el 28 de julio, mas de 2 mil presos políticos exhibe el madurismo, con poderosas denuncias sobre torturas, los dirigentes políticos que no están privados de libertad, están huyendo con absolutas medidas de clandestinidad, siendo estas condiciones el caldo de cultivo para la asombrosa migración de casi 10 millones de venezolanos.
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Siendo la verdad inexorable que el ciudadano venezolano huye desesperadamente en la búsqueda de un poco de paz, deportar personas a Venezuela no constituye ninguna repatriación sería la continuidad de la exposición humana a un régimen cruel de calamidades.
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La verdad agigantada es que será inviable mitigar la migración en Venezuela, hasta que no se aporten soluciones a los grandes males que la producen, y esos males que han destrozado al país, conjugando una enorme crisis social y económica a su vez precedida por una enorme conflictividad política que no cesará hasta que se produzca la transición a la democracia