Desde el crimen atómico perpetrado por Estados Unidos en Hiroshima y Nagasaky en 1945, la Humanidad entró como totalidad en su etapa más dramática, la capacidad técnica de auto-destruirse. Hoy 9 países tienen este poder terrible, demoníaco y que acumula unas 15 mil armas nucleares en el planeta. Solo entre Estados Unidos y Rusia se calculan 12 mil y después siguen, bastante lejos en cantidad, China, Inglaterra, Francia, India, Pakistán, Corea del Norte e Israel, este último no lo ha querido reconocer formalmente, pero los expertos opinan que sí tienen armas nucleares. Otro grupo de países aspiran tenerlas, el primero en la lista Irán y se piensa que países como Japón y Alemania podrían llegar a tenerlas.
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Nuestro pequeño punto azul en el cosmos, nuestra casa común que llamamos Tierra y que en este siglo 21 se proyecta con una población cercana a los diez mil millones de habitantes, concentrada en un 70% en Asia se amenaza a si misma de «suicidio». Nunca la humanidad había vivido una etapa de su historia tan dramática y conclusiva. La política y la geo-política van a exigir como nunca el cese de las guerras, todo tipo de guerra, para evitar escaladas suicidas. Esta situación es totalmente nueva en la historia de la humanidad, la necesidad de la paz como último recurso de sobrevivencia de la especie. Lamentablemente esta consciencia agónica de un apocalipsis general provocado por nosotros mismos no forma parte de la cultura y la consciencia colectiva.
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En general cada país sigue mirándose el propio ombligo, la mentalidad aldeana y parroquial prevalece y en el fondo lo entiendo, porqué el rico solo piensa en sus negocios, las clases medias en sus muchas dificultades y urgencias y los pobres, obligados a la inhumana necesidad de sobrevivir en sociedades profundamente desiguales y gobiernos insensatos e irresponsables que no gobiernan, solo mandan y se enriquecen con sus amigos y allegados. En América Latina y el Caribe, igual que en África, tenemos la fortuna de no tener armas nucleares y ello nos da una posibilidad de convivencia y paz entre naciones, un poco mayor que el resto de los continentes, pero para ello debemos trabajar para que nuestros países se eduquen y prosperen y la democracia y los derechos humanos prevalezcan, en todas las naciones.