Esta demostrado, en los hechos, que el verdadero problema, la piedra de tranca en el camino a la solución de la tragedia que padecemos en Venezuela, se llama Nicolás Maduro. Esa es la pura verdad y hay que decirlo y demostrarlo.
Queda evidenciado que no es falta de diálogos. De eso tenemos una sobredosis. Se han realizado todos los diálogos habidos y por haber y siempre quedamos en lo mismo, o más bien peor, solo que se logra poner al descubierto las malas intenciones de Maduro. Por lo tanto se desmonta esa campañita envenenada según la cual, “en Venezuela hay una oposición radical, que lidera María Corina Machado que se niega a buscar una salida pacífica y concertada a la crisis”. ¡Mentira!
Maduro se ha burlado de todos los acuerdos firmados en todos esos procesos de negociaciones. El último, el de Barbados, fue “pateado” brutalmente por Maduro y sus asesores. No honraron la palabra empeñada, solo buscaban ganar tiempo y arreglárselas para realizar unas elecciones a su manera, treta que les desmontó María Corina con la candidatura unitaria de Edmundo González Urrutia.
En materia de violaciones de los Derechos Humanos, el descaro de Maduro no tiene parangón en la historia de los hechos de violencia que acometieron los más sanguinarios dictadores venezolanos. Los cuentos sobre los atropellos que se perpetraban en La Rotunda y en los calabozos de la Seguridad nacional, en los tiempos de Juan Vicente Gómez y de Marcos Pérez Jiménez, respectivamente, se quedan chiquitos en comparación con esas crueles torturas que Maduro ordena aplicarle a los niños que mandó a detener y a martirizar. Por lo tanto, de nada sirvieron esos apretones de manos del Fiscal Karim Khan con el dictador Maduro. Queda más que claro que prometa, lo que prometa, en materia de ejecutar crimines de lesa humanidad, Maduro no tiene remedio, seguirá reincidiendo como ha quedado demostrado en la vida real.
Si volteamos a mirar el escenario económico, nos encontramos con una remontada de la inflación, también con la devaluación que tiene su epicentro en el precio del dólar que marca el ritmo de la economía doméstica en el país. O sea, más hambre, porque con esos salarios lo que se impone es ese dantesco cuadro de miseria generalizada, reflejada en todos esos hogares en los que a los padres les resulta imposible ganarle la pelea al costo de la vida. ¿Quién es el culpable de esa recurrente crisis? Sin lugar a dudas Nicolás Maduro.
En conclusión, con Maduro usurpando los poderes públicos no será posible salir de estos dramáticos atascos. Él es el obstáculo. De eso no nos quepa la menor duda. Si logramos sacarlo del camino, haciendo respetar el resultado electoral del pasado 28 de julio, en Venezuela será posible iniciar el tránsito hacia el bienestar que Maduro paraliza. Mientras él continúe atravesado, seguirá la corrupción, no nos cansaremos de esas noticias que dan cuenta de los capos que van defenestrando de PDVSA, esos que ellos colocan y después matan, destierran o apresan. Seguirá la rochela de la corrupción y no habrá posibilidad de reestablecer los servicios públicos de agua potable, luz eléctrica, gas doméstico, y de transporte público.