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Opinión

Omar González Moreno | El futuro de Maduro

Quienes vieron el bochornoso espectáculo del 10 de enero en la Asamblea Nacional, afirman que allí Maduro legalizó su dictadura y su fin.

Fueron testigos de ese despropósito sus colegas dictadores Diaz-Canel y Daniel Ortega de Cuba y Nicaragua, respectivamente.

Analistas macizos en sabiduría política, como el expresidente del gobierno español, Felipe González, de inmediato pronosticaron que Nicolás Maduro acabará como el dictador de Siria, Bachar Al Assad, recientemente destituido y desterrado en Rusia.

Así de terribles son los pronósticos de lo que se le viene encima pronto al tirano de Venezuela por su abyecta decisión de desconocer los resultados de las elecciones presidenciales donde ganó de manera contundente Edmundo González Urrutia.

La situación de Nicolás Maduro en Venezuela ha sido observada con atención a nivel mundial, especialmente por su similitud con el rumbo de otros dictadores, como Bashar Al Assad en Siria.

Ambos tuvieron que enfrentar el rechazo de su pueblo, protestas masivas y denuncias de corrupción, trafico de drogas y violaciones de derechos humanos mientras luchaban por mantenerse en el poder por la fuerza, en medio del colapso económico y político de sus respectivos países.

Bashar Al Assad, tras años de ferrea oposición, habia logrado permanecer en el poder por el respaldo de los militares y policías, así como el apoyo de Rusia, China e Irán.

Su régimen, marcado por la represión y la militarización, había empleado tácticas brutales para sofocar la disidencia.

A pesar de su esfuerzo en sostener el control, el costo fue devastador para Siria, con millones de desplazados y un país en ruinas.

Igual que sucede en Venezuela, con millones de desplazados y un pais destruido y saqueado.

De manera similar, Maduro ha utilizado estrategias de represión, control militar y apoyo externo de aliados como Rusia, China e Irán para combatir las protestas y desacuerdos internos.

Sin embargo, ambos dictadores comparten un mismo destino fatal: la cárcel, el destierro o situaciones peores.

Si la presión interna y externa sobre Maduro continúa, su futuro inexorable es el derrocamiento, tal como sucedió en Siria.

La historia demuestra que una resistencia y oposición prolongada, inteligente y valiente, como la que lideriza María Corina Machado, termina por imponerse y genera el cambio que tanto exige y necesita el pueblo venezolano.

Así, el futuro de Maduro terminará reflejando las lecciones del régimen de Al Assad: una lucha agotadora e inutil por permanecer en el poder a costa de la integridad y el bienestar de su nación.

La comunidad internacional observa con expectativa, preguntándose solo si la caída del régimen de Maduro es ahora o dentro de un poco más de tiempo.

De lo que sí están seguros es que finalmente, el pueblo venezolano encontrará el camino hacia la democracia.