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Opinión

Simulacros | Andrés Schmucke

No es fácil aclimatarse a una nueva realidad. Dejar el país que te vio crecer es un duelo que tiene que llevarse de la manera correcta, si no, nunca estarás listo para darle la cara a lo que se te viene.

Digamos que cuando eres niño es menos impactante, pero igual es un cambio muy grande. Matteo llegó a los Estados Unidos con cinco años, sin su mamá y con cero idea del inglés. Y para completar, yo lo lanzo a un colegio completamente nuevo, donde su maestra tenía una idea básica del español (básicamente solo sabía decir “hola”).

Aquí el niño ha tenido que ponerse la 10 para poder avanzar y tanto él como yo hemos tenido que aprender a cómo lidiar con nuevas realidades, como por ejemplo, los simulacros para enseñarle a los niños qué hacer si hay un tiroteo en el colegio.

En el 2024 se registraron 83 tiroteos en escuelas de EE.UU., lo que es, lamentablemente, un número récord para este país.

En Venezuela tenemos muchos males, pero el que se presente un ataque armado dentro de una escuela, no es uno de ellos. Aquí eso es básicamente una constante.

Cuando dejé a Matteo para su primer día en la escuela, no tenía esa idea en la cabeza. Lo asimilé completamente cuando me llegó un correo del colegio para informarme que habían realizado un simulacro de cómo actuar en el caso de que se presentara un tirador activo en la institución. Explicaban que este tipo de ejercicios se hace regularmente, que se cuenta con la colaboración de la policía y que se lo hacen saber a los papás una vez que el ejercicio ha terminado.

El corazón me subió a la garganta, porque al leer eso entendí definitivamente que ir al colegio en este país lleva consigo un potencial riesgo mortal.

Mi hijo tenía cinco años, ¿cómo iba a explicarle que en el lugar donde va a aprender, a hacer amigos, a jugar, podría presentarse una situación de vida o muerte en la que tendría que esconderse para resguardar su vida? Esa es una de las cosas más complicadas que como padre me ha tocado afrontar, pero la afronté. Cuando llegamos a la casa le pregunté cómo había estado su día en el colegio y él, en su estilo poco comunicativo, me dijo que habían hecho un juego en el salón donde cerraron las puertas, las taparon con sus mesas y sillas de estudio, y que luego se acostaron en el piso muy calladitos.

Yo quería ponerme a llorar. Respiré hondo y le expliqué que ese ejercicio se hace si llega a entrar al colegio una mala persona con un arma y quiere herir a los niños. Que si algo así llegara a ocurrir, él tiene que hacer caso a todo lo que le diga su maestra.

Me miró con cara de no entender mucho y luego me dijo que tenía hambre. Con el paso del tiempo, hemos tenido la misma conversación cada vez que se realiza un simulacro de ese estilo.

Me tranquiliza un poco saber que siempre hay patrullas de la policía apostadas en el colegio y que siempre hay un oficial de guardia adentro. No debería ser esa la realidad, pero lamentablemente lo es.

Hay realidades de las que no podemos escapar, por más que queramos. Así como todos tenemos sueños, los temores también son parte de la vida. Solo queda afrontarlos y tener fe en que todo va a salir bien.

Marcha 9 de Enero