El cónclave que concluyó con la elección del papa Francisco en 2013 no solo marcó un hito en la historia de la Iglesia Católica por su resultado, sino también por la rapidez y eficacia con la que se llevó a cabo. En un contexto cargado de incertidumbre y atención internacional, los cardenales reunidos en el Vaticano lograron tomar una decisión en tiempo récord: menos de 48 horas después de iniciadas las deliberaciones, el humo blanco emergía sobre la Capilla Sixtina anunciando al nuevo sucesor de San Pedro.
Un cónclave marcado por la expectativa global
El 11 de febrero de 2013, el papa Benedicto XVI sorprendió al mundo con su renuncia, un hecho inédito en más de 600 años. Su decisión abrió paso a un nuevo cónclave, el número 75 en la historia de la Iglesia, con el objetivo de elegir al próximo líder espiritual de más de 1.200 millones de católicos.
El cónclave comenzó oficialmente el 12 de marzo de 2013, cuando los 115 cardenales electores ingresaron a la Capilla Sixtina, bajo juramento de secreto y aislamiento total del mundo exterior. Desde ese momento, los purpurados iniciaron un proceso de discernimiento espiritual y votaciones bajo normas estrictas, guiados por la tradición y el protocolo del Vaticano.
Duración del cónclave: dos días decisivos
A diferencia de otros cónclaves que se extendieron por varios días e incluso semanas, el proceso para elegir al sucesor de Benedicto XVI fue sorprendentemente breve. Solo duró dos días, concluyendo el 13 de marzo de 2013 con la elección del cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio, quien asumió el nombre de Francisco, convirtiéndose en el primer Papa de América Latina, el primero jesuita y el primero en llevar ese nombre.
La rapidez con la que se desarrolló el cónclave fue vista por muchos como señal de una fuerte voluntad de unidad entre los cardenales para afrontar los desafíos que enfrentaba la Iglesia en ese momento, como los escándalos internos, la necesidad de reformas y el deseo de una nueva cercanía pastoral con los fieles.
¿Cuántas votaciones hubo?
Durante el cónclave de marzo de 2013 se realizaron un total de cinco votaciones. La primera votación tuvo lugar la tarde del 12 de marzo, pero no alcanzó los dos tercios necesarios (mínimo 77 votos de los 115 cardenales) para declarar electo al nuevo pontífice, por lo que al final del día se vio salir humo negro de la chimenea de la Capilla Sixtina.
El 13 de marzo se llevaron a cabo cuatro votaciones más, distribuidas en dos rondas por la mañana y dos por la tarde. Fue en la quinta votación, en la segunda ronda vespertina, cuando Bergoglio obtuvo la mayoría requerida, marcando el fin del cónclave.
La señal: la fumata blanca
A las 7:06 p.m. (hora de Roma) del 13 de marzo de 2013, una columna de humo blanco emergió de la chimenea del techo de la Capilla Sixtina. Minutos después, las campanas de la Basílica de San Pedro repicaron con fuerza, anunciando al mundo que la Iglesia tenía nuevo Papa.
Una hora más tarde, el entonces protodiácono, el cardenal Jean-Louis Tauran, salió al balcón central del Vaticano para pronunciar las palabras tradicionales: «Habemus Papam» y presentar a Francisco al mundo.
Un pontificado histórico
Desde su elección, el papa Francisco ha marcado un estilo propio, caracterizado por la sencillez, la cercanía con los pobres, la reforma de la Curia Romana y su mensaje centrado en la misericordia y la justicia social. Su elección en apenas cinco votaciones reflejó el deseo de cambio y renovación dentro del Vaticano.
A más de una década de aquel momento histórico, la rapidez y contundencia con la que se eligió al primer Papa latinoamericano sigue siendo motivo de análisis, interés y memoria dentro y fuera del mundo católico.