Roma vive este viernes una jornada de profunda emoción y máxima seguridad en el tercer y último día para despedir al papa Francisco, antes de que su ataúd sea cerrado solemnemente a las 20:00 horas, dejando todo listo para su funeral este sábado a las 10:00 de la mañana. El evento no solo marcará el fin de una era en la Iglesia católica, sino que también se perfila como una cumbre geopolítica de gran envergadura, en plena tensión por la actual guerra arancelaria internacional.
Desde la madrugada, decenas de miles de fieles han acudido sin descanso a la basílica de San Pedro para rendir homenaje al pontífice argentino. Las colas interminables, que se han mantenido a pesar de la lluvia y las inclemencias del clima, han obligado al Vaticano a extender los horarios de apertura durante la noche para permitir el acceso a todos los que deseen despedirse.
Mientras tanto, las autoridades italianas trabajan contrarreloj en el montaje de una imponente infraestructura de seguridad y organización en la plaza de San Pedro y sus alrededores. Se estima que al menos 200.000 personas asistirán al funeral este sábado, junto a 50 jefes de Estado, más de 170 delegaciones oficiales y 10 monarcas.
Roma ha sido blindada para la ocasión, con estrictos controles policiales, cierre de calles, dispositivos de vigilancia aérea y una coordinación sin precedentes entre el Vaticano, el gobierno italiano y cuerpos diplomáticos de todo el mundo.
El ambiente en la Ciudad Eterna combina el recogimiento espiritual de los fieles con la expectación de un evento histórico, que situará a la capital italiana como el centro simbólico y político del mundo por unas horas. El cierre del féretro esta noche marcará el comienzo del último capítulo en la despedida al primer papa latinoamericano, cuyo legado ha trascendido fronteras religiosas y culturales.