Rusia lamentó el martes que un informe del organismo de control nuclear de la ONU que advierte sobre los riesgos en la planta de Zaporiyia no responsabilice a Ucrania por los bombardeos contra ese sitio ocupado por Moscú.
«Lamentamos que en su informe… no se nombre directamente la fuente del bombardeo», dijo el embajador ruso ante la ONU, Vasily Nebenzya, en una sesión del Consejo de Seguridad a la que asistió en forma virtual Rafael Grossi, el director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
«Entendemos su posición como regulador internacional, pero en la situación actual es muy importante llamar las cosas por su nombre», señaló.
En un informe difundido el martes, el OIEA pidió establecer una zona desmilitarizada en las afueras de la planta nuclear más grande de Europa, que fue tomada por tropas rusas durante su invasión de Ucrania.
Ambos bandos se han acusado mutuamente por los bombardeos, ocurridos nuevamente el martes, a pesar de las recomendaciones del regulador.
«Si las provocaciones hechas por el régimen de Kiev siguen, no hay garantía de que no haya serias consecuencias, y la responsabilidad de ello recae enteramente en Kiev y sus promotores occidentales y todos los miembros del Consejo de Seguridad», indicó Nebenzya.
Las potencias de Occidente expresaron su consternación por las declaraciones, asegurando que el problema fundamental era la invasión rusa y su ocupación de la planta nuclear.
«A pesar de la estrategia de Rusia del día de hoy para evitar reconocer la responsabilidad de sus acciones, Rusia no tiene ningún derecho de exponer al mundo a un riesgo innecesario ni a la posibilidad de una catástrofe nuclear», comentó en la sesión el diplomático estadounidense Jeffrey DeLaurentis.
Ucrania también respondió, alegando que no había problemas en la planta hasta que fue tomada por Rusia.
«El mundo no solo merece sino necesita que los representantes del OIEA obliguen a Rusia a desmilitarizar el territorio (de la planta nuclear) y devuelvan el control total de la planta a Ucrania», dijo el embajador ucraniano, Sergiy Kyslytsya.
Tras una visita a Zaporiyia, el argentino Grossi dijo que los inspectores nucleares estaban más acostumbrados a viajar después de desastres como Chernóbil y Fukushima.
«En este caso, tenían el imperativo histórico y ético de prevenir que algo pasara (…) Estamos jugando con fuego y algo muy, muy catastrófico podría ocurrir», advirtió.
AFP.