La defensa aérea de Venezuela atraviesa una crisis operativa sin precedentes, según un informe de MiA Strategic Intelligence fechado el 16 de junio de 2025.
Más del 60% de los radares JYL-1 y JY-11B están fuera de servicio por falta de repuestos, y la cobertura aérea se limita únicamente a Caracas y La Orchila, zonas bajo resguardo directo del alto mando político.
Te puede interesar: Familiares de presos políticos exigen al régimen de Maduro el cese de las desapariciones forzadas
La Aviación Militar Bolivariana enfrenta severas restricciones operativas: los cazas Sukhoi Su-30MK2, adquiridos a Rusia, operan con limitaciones, y solo unos pocos F-16 están disponibles. Los aviones de entrenamiento K-8W Karakorum, fabricados en China, están operativos en menos del 30% y carecen de radar aire-aire, utilizándose principalmente para misiones antidrogas.
El informe también destaca la infiltración del Cartel de los Soles en estructuras como el CODAI, las ZODI y las REDI, que operan coordinadamente para manipular los horarios de apagado de radares, facilitando el paso de aeronaves ilícitas sin detección. Esta situación refleja una fractura interna profunda y la politización total del aparato de defensa.
Te puede interesar: Consejo de Estado suspende decreto que convocaba a consulta popular nacional en Colombia
En cuanto a la asistencia externa, China ha reducido su soporte técnico a mínimos, proporcionando repuestos a través de intermediarios civiles. Por su parte, Irán ha asumido un rol más activo desde 2020, proveyendo drones Mohajer-6, técnicos de guerra electrónica y sistemas de vigilancia aérea. Sin embargo, su intervención ha servido únicamente para reforzar el anillo defensivo del régimen en Caracas y La Orchila, sin restaurar la funcionalidad del sistema nacional de defensa.
El informe concluye con una evaluación crítica de la situación:
- Calificación MSI2 (0–10) de capacidad operacional: 2/10
- Cobertura radar: 1/10
- Intercepción/alerta: 2/10
- Moral/cohesión interna: 3/10
- Respaldo externo: 4/10
Esta crisis en la defensa aérea venezolana compromete la estabilidad regional y la seguridad hemisférica, según los analistas de MiA Strategic Intelligence.