Cada 8 de diciembre se celebra el Día de la Inmaculada Concepción. En España a esa fiesta nacional junto con el 6 de diciembre, Día de la Constitución de 1978, se le conoce como «puente de diciembre».
El origen de esta festividad se remonta a mediados del siglo XIX, una celebración de carácter religioso, que el Papa Pío XI estableció en base a un cálculo matemático: la Iglesia Católica celebra el 8 de septiembre el nacimiento de la Virgen, de forma que tuvo que ser concebida el 8 de diciembre.
La Virgen María estuvo libre de culpa y de pecado, según indica la tradición de la Iglesia Católica, desde su concepción hasta su muerte.
En la Batalla de Empel (1585), entre los días 7 y 8 de diciembre, el ejército español venció a los Países Bajos y España consideró que su victoria se debió a la obra de la Inmaculada Concepción. Por ese acontecimiento histórico la Inmaculada Concepción es patrona y protectora de España desde el año 1644.
El Día de la Inmaculada Concepción no se refiere a la concepción de Jesús sino de la Virgen María, como popularmente se suele creer. La festividad surge en la Iglesia Católica partiendo de la creencia de que Dios hizo que la Virgen María fuera concebida libre de pecado. La Iglesia Católica permite a los sacerdotes vestir de azul esta jornada a modo de agradecimiento al dogma de la Inmaculada Concepción que hizo España desde que tuvo lugar la Batalla de Empel.
Cuando el Papa Pío IX proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción, expresó su deseo de construir en la ciudad de Roma un monumento que recordara tal acontecimiento. Fue él quien eligió la Plaza España como el lugar idóneo. Fernando II, Rey de las dos Sicilias financió la obra y el arquitecto Luigi Poletti se ocupó de ella. En la base del monumento están las estatuas de cuatro profetas que hablaron de la Virgen: Moisés, Ezequiel, David e Isaías.
El 6 de mayo del año 1855 se colocó la primera piedra con la bendición del Cardenal Giacomo Filippo Franzoni. Finalmente, el 5 de agosto del año 1857, un equipo de bomberos colocó la estatua de bronce de la Virgen María en lo alto de la columna. La inauguración del monumento tuvo lugar el 8 de septiembre del año 1857.
El 8 de diciembre del año 1953 el papa Pío XII llevó por primera vez flores al monumento. Una costumbre que se mantiene vigente en la Iglesia Católica.