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EL CLARÍN | Crecen las sospechas sobre el objetivo real del avión venezolano – iraní

Cuando la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) subió a la aeronave y pidió la documentación a los pilotos observaron que los iraníes contaba con una categoría dos, una clasificación aeronáutica que define en qué aeropuerto puede aterrizar y bajo qué circunstancias. La 2, a diferencia de la 3 que es más completa, tiene limitaciones. sobre todo con los aterrizajes que tienen problemas de visibilidad. “Alguien con categoría tres podría aterrizar en una situación de neblina”, explicaron los especialistas. No era el caso de los iraníes que terminaron aterrizando en Córdoba por el mal clima que había ese día en Buenos Aires.

Este punto es analizado por la justicia que está cada vez más lejos de la tesis de la capacitación. “Se va a investigar si efectivamente vinieron a hacer otra cosa que no sea transportar asientos de Taos”, indicaron fuentes del caso. La pesquisa se profundiza sobre el piloto quien según el FBI y la inteligencia de Paraguay, mantiene vínculos con organizaciones terroristas.

Cuando los técnicos de la ANAC subieron al avión, durante la primera inspección realizada, procedieron casi de rutina. Se dirigieron a la cabina del piloto, pidieron la documentación personal, las respectivas licencias, el plan de vuelo y los papeles de la aeronave. Ese primer análisis es el que expuso que los pilotos contaban con una categoría 2 para volar. Ante la consulta de Clarín, expertos aerocomerciales dieron más detalles de las limitaciones que ese número. “Categoría 3 por ejemplo, te permite operar con otros equipamientos y te habilita a aterrizar sólo con instrumentos, con visibilidad cero”, algo que con “la categoría dos no tenés permitido hacer”.

El dato quedó consignado en el expediente judicial y a estas alturas del caso no pasa inadvertido porque junto con otros elementos, los investigadores ven debilitada la hipótesis del Gobierno que coincide con el descargo de la tripulación, donde se adujo que la cantidad de personas que llegó al país en el Boeing 747, respondía a una instancia de capacitación de los pilotos, ya que la aeronave había pertenecido durante quince años a la firma Mahan Air.

La última documentación aportada a la causa muestra que Mahan Air sigue siendo el dueño de la aeronave y que se encuentra operada por Conviasa, la estatal venezolana cuya subsidiaria es Emtrasur, pero que estarían alquilando el Boeing bajo un contrato que incluye a la tripulación, según denunciaron los diputados opositores.

Como punto central, se suma el informe del FBI que debilita aún más la teoría de que sólo estaban capacitando a la tripulación y trayendo autopartes al país. El organismo americano informó a la justicia federal, como dio a conocer Clarín, que el piloto iraní Gholamreza Ghasemi «es CEO y miembro del consejo de administración Qeshm Fars Air” una compañía embargada por el Tesoro de los Estados Unidos en diciembre de 2019 “debido a su participación directa en la actividad terrorista y la asistencia que proporciona a Al Quds”. Tanto esa firma como la aerolínea iraní Mahan Air –la propietaria del Boeing retenido en Ezeiza- fueron designadas como “entidades terroristas” por los EE.UU.

El documento sostiene algo más: “Qeshm Fars Air opera vuelos de carga bajo cobertura civil para la Fuerza Quds y la Guardia Revolucionaria Iraní” y “los utiliza para contrabandear armas y equipos sensibles de Irán a Siria, entre otras cosas”.

Nota completa en EL CLARÍN DE ARGENTINA