Abrirse paso en la comedia en vivo no ha sido tarea fácil para la venezolana Neisser Bonout. “Es un entorno muy de hombres y es difícil”, dice la joven de 27 años, en alusión a su trabajo en un país conservador acostumbrado a sacar risas a punta de chistes machistas o “bromas” homofóbicas.
Neisser, que lleva tres años en el medio, contabiliza, por ejemplo, que por cada 10 hombres comediantes, sólo una mujer ejerce ese oficio.
“Ha sido complicado romper esa pared entre mis colegas masculinos”, reconoce Neisser en conversación con la Voz de América, después de abrir un show para mujeres en un restaurante de Caracas.
Para Jeneil Tovar, publicista de 39 años que vive del humor desde hace dos años, ese tipo de comedia “se está quedando rezagada”.
“Ya nadie quiere escucharte decir que si tu esposa es loca”, comenta Tovar. “Es casi 90 % hombres, 10 % mujeres”, agrega la actriz que comenzó a incursionar en el stand up hace siete años.
“Es muy curioso (que) cuando hay un show de mujeres pautadas por hombres siempre le dan el tinte de ‘noche especial de mujeres’ (…) Que el porcentaje sea menor no nos hace especiales”, dice sobre el hecho de ser minoría.
“Tú no agrupas a cinco hombres y dices ‘noche especial de hombres’”, sigue Tovar, que argumenta que “hay más hombres haciendo comedia porque el hombre le teme menos al ridículo y lo intenta mucho más que la mujer”.
En todo caso, en el interior de Venezuela la cifra es aún menor.
Si en la capital Caracas ya “es difícil” ver a mujeres en presentaciones, “en el interior es prácticamente nulo, no hay nada de eso”, afirma Neisser, que tiene estudios en ciencias gerenciales.
“Las mujeres comediantes que quieren tener un futuro, lamentablemente, tienen que venir a la capital, armar una vida, una carrera en la capital” para luego presentarse en otras ciudades.
Los prejuicios machistas, explican, es clave para entender los retos.
“El público no está tan acostumbrado a ver comediantes mujeres montarse en una tarima. Algunos se ofenden, sobre todo si el público es masculino, porque la forma de expresarse de una mujer tan abiertamente en la tarima a algunos les causa rechazo”, sigue Neisser.
“‘¡Ay! ¿Cómo es posible que hable así de su sexualidad?’”, “‘¡Si es grosera!’” o “‘¿No le da pena? Ella es una dama’” son algunos de los reproches con los que dice ha tenido que lidiar después de algunas presentaciones.
De cajera en negocio familiar a comediante con sentido de inclusión
A Neisser le cuestionan, dice, la forma de expresarse “tan abiertamente de su orientación” sexual. Los textos de sus presentaciones se basan en anécdotas.
De familia siria, Neisser creció en un ambiente cultural predominantemente machista. Y por años, admite, ocultó su homosexualidad.
Había nacido Maracay, estado de Aragua, a hora y media de Caracas, adonde se mudó buscando un espacio para incursionar, luego de conseguir fama en Twitter en 2019. Recuerda que comenzó a publicar videos que subió de forma espontánea a la red social durante “aburridas” jornadas laborales como cajera en el negocio de su papá.
“Internet para la gente de la comunidad LGBT siempre ha sido como un escape”. Hoy tiene más de 158.000 seguidores en Twitter, un podcast y se presenta en distintas tablas del país.
“Cuando yo hablo de mi orientación sexual en tarima no es que quiero que todos vean que soy lesbiana, sino que qué loco que yo pude, que puedo decirlo en tarima y por fin puedo hablarlo en un espacio con público”.
Y en su comedia habla precisamente de eso, de la homosexualidad, “de ser mujer, de lo difícil que es ser mujer árabe” y del “machismo” de su padre que no espera “que se cure” porque “nació con esas bases”.
“Casi siempre son anécdotas tristes, fuertes, que en un momento me costaron mucho superarlas”, agregó.
Recuerda, por ejemplo, el fin de una relación amorosa. “Tuve una ruptura de cinco años en silencio (…) sin recibir un abrazo de madre, sin recibir apoyo de absolutamente ningún amigo”.
Neisser salió «del clóset” a sus 21 años forzada un poco por su madre. “A partir de ahí dije: ‘ya no hay nada más, ya no hay nada peor que lo que me dijeron mis papás’. Y a partir de aquí ya esto es mi vida”.
Entonces, la comedia se convirtió en un espacio “liberador» para ella.
“Siento que al decirlo la gente dice ‘ok, esta gente existe y además hace esto’, no solo estás ahí en la sombra, no estás dentro de cuatro paredes, y a mí me parece súper importante”.
Aunque no espera que el machismo de su padre “se cure”, sí tiene esperanzas de que su humor ayude a otros a salir de esa sombra.
Esta vez, al cerrar su presentación, todo está en orden. El show estaba dirigido a mujeres, muchas de la comunidad LGBTQ+.
“Es bonito hacer stand up en Caracas porque ya la gente tiene cultura de stand up, en cambio en el interior del país no hay casi mujeres, en el interior hay más rechazo a las mujeres”, concluye Neisser.
Voz de América