Dos pichones son la esperanza para la preservación del cardenalito, un ave rojinegra que vuela por el norte de Venezuela, pero que está en peligro de extinción.
Se trata de las primeras crías nacidas en el Centro de Conservación del Cardenalito, en Maracay, a 120 kilómetros de Caracas, donde organizaciones ambientalistas se han dedicado a garantizar la reproducción de esta especie. El centro fue construido en 2019, y desde entonces, ha recibido aves rescatadas del tráfico ilegal o entregadas voluntariamente por avicultores.
«Si la especie está desapareciendo en vida silvestre tenemos que tener un lugar donde aseguremos que siga existiendo, así sea para esperar un mejor momento en el que las amenazas estén como superadas y podamos hacer reintroducción. Esperamos, en el mediano plazo, poder hacer reintroducciones en lugares donde aseguremos que el cardenalito va a estar seguro en vida silvestre», explica la bióloga Bibiana Sucre, directora ejecutiva de Provita, una organización que se ocupa de la conservación de la naturaleza desde 1987.
Este pájaro de apenas unos 10 centímetros es parte de un importante arraigo cultural en Venezuela, que ha inspirado canciones folclóricas.
Durante 30 años, David Ascanio ha fotografiado aves en Venezuela. Aunque confiesa que es casi imposible dar una cifra exacta, calcula que quedan un máximo de 3 mil ejemplares del cardenalito.
«Si tú lo comparas con lo que existía originalmente, ves que en un mapa de Venezuela había en casi todo el norte del país poblaciones silvestres de cardenalito. Hoy día es casi imposible, hoy día tenemos lo que llamamos ‘bolsillos’ o poblaciones aisladas”, cuenta Ascanio.
Los protectores del cardenalito evitan revelar las zonas donde aún pueden verse por temor a que cazadores furtivos se apoderen de ellos.
«El cardenalito empezó a ser usado para cruzarse con canarios, porque había competencia de cantos de canario. Al tú cruzar un canario con un cardenalito generabas un individuo que, además de que cantaba bonito, era rojo. Entonces le daba más fuerza competitiva, y eso fue lo que hizo que bajaran las poblaciones brutalmente», añade Ascanio.
Los especialistas advierten que si la cantidad de estas aves sigue disminuyendo podría perderse su diversidad genética y su capacidad de resistencia a enfermedades. Por eso, afirman que el nacimiento de estos pichones es un paso importante para la conservación de la especie.
«El cardenalito se reproduce rápidamente. Esperamos lograr llegar a buenos números en un plazo no tan largo», concluye Sucre.
El tráfico de fauna genera entre 8.000 y 20.000 millones de dólares al año en todo el mundo, según el Fondo Mundial para la Naturaleza. La misma organización alerta que un millón 500.000 aves se comercializan ilegalmente cada año.
Voz de América