Operada hace dos años de cáncer de seno, Janay Duarte cocina la pulpa de la totuma o tapara, con la esperanza de aliviar sus dolencias. «Yo la corto, saco la tripa, saco esa agua y la meto en la nevera. Es lo que me tomo como medicina natural. Es como una opción cuando no consigo el tratamiento”, cuenta Duarte, de 43 años a Voz de América.
Aunque no hay evidencia científica de los efectos de esta fruta para prevenir el cáncer, Duarte no siempre puede comprar los dos fármacos mensuales que su médico le recetó para evitar una recaída.
Madre de dos niñas, no tiene empleo formal. Para subsistir vende postres ocasionalmente, pero lo que gana no le alcanza para pagar las medicinas y las cuentas del hogar.
«He publicado en redes sociales para que me ayuden, he tocado puertas, algunas fundaciones me han donado; pero el tratamiento es costoso», advierte. “Si no tengo tratamiento, ¿qué me puede pasar?, se lamenta.
En Venezuela, el Estado, a través del Instituto de los Seguros Sociales, ofrece medicamentos gratis para al menos 14 patologías cuyos tratamientos son costosos, pero no siempre están disponibles.
En reiteradas ocasiones, el gobierno de Nicolás Maduro ha argumentado que su administración es objeto de un bloqueo económico internacional que le impide cumplir con esos compromisos.
Precisamente, cuando los pacientes más pobres se ven en aprietos para comprar medicinas, recurren como Duarte a infusiones, sopas o bebidas. “Me lo tomo con fe. Me mentalizo que me va a hacer efecto”, relata Duarte.
Pero, en opinión de especialistas, estas alternativas lejos de ayudar, pueden traer consecuencias adversas.
«¿Cuál es el problema con las hierbas, las matas, las infusiones o cualquiera de esos elementos? Que no necesariamente sabemos si son seguros. De hecho, anecdóticamente, sabemos de personas que han tenido intoxicaciones por distintos tipos de infusiones”, alerta el médico infectólogo Manuel Figuera Esparza.
Esparza ha sido testigo de cómo algunos de sus pacientes se dejan llevar por lo que consideran son pócimas milagrosas.
«En el pasado vimos, cuando hubo la escasez de antirretrovirales, que se promocionaba la moringa como una alternativa para las personas que viven con VIH, y eso es absurdo. Reemplazar un tratamiento antirretroviral con unas hierbas, no hay manera», indica Figuera.
No en vano, en algunas ventas ambulantes en Caracas se exhiben hierbas con supuestas propiedades terapéuticas sin ningún estudio que las respalde.
VOA