Del Domingo de Ramos se cuenta que grandes multitudes se congregaban en el Monte de los Olivos, donde cantaban himnos y antífonas y escuchaban lecturas, para volver luego en procesión a Jerusalén, acompañando al obispo y llevando palmas y ramas de olivo delante de él. El evento central de este día, era la procesión de las palmas, y después se celebraba la misa solemne. Tiempo después se agregó la bendición de los ramos, que se debían guardar en las casas.
El Jueves Santo es un día especial, ya que, además de culminar la Cuaresma, nos introducimos en los tres días más importantes del año litúrgico, lo que llamamos el Triduo Pascual. Por la mañana, todos los sacerdotes se reúnen en la Catedral y celebran la misa Crismal, donde renuevan sus promesas sacerdotales.
En esa misma celebración se bendicen los santos óleos con los que serán ungidos los niños que recibirán su bautismo, los enfermos y quienes celebren el sacramento de la Confirmación durante el año.
En la tarde se celebra el mandato del lavado de los pies, en memoria de la preparación de Cristo para La Última Cena. La liturgia, vista como conmemoración de la institución del Santísimo Sacramento, se celebra con ornamentos blancos, en medio de cierta solemnidad. Se canta el «Gloria in excelsis», durante lo cual se tocan todas las campanas, que luego permanecerán en silencio como forma de expresar el duelo durante las horas de la Pasión.