“Sí”, respondió Carolina Bolívar, de 34 años, al aceptar a Andrés Torres como su esposo este martes. Están juntos desde hace 12 años y decidieron formalizar su unión por lo civil rodeados de desconocidas, pero felices parejas en una ceremonia colectiva organizada en Caracas por el día de San Valentín.
Muchas mujeres y niños se detenían a apreciar la ceremonia conjunta, que se realizó en una plaza del acomodado municipio Chacao, con el Ávila de fondo, la imponente montaña que se cierne sobre la capital venezolana.
“Nunca imaginé casarme un 14 de febrero, pero me pareció muy emocionante porque es el santo del amor, el santo de las parejas”, dice a la Voz de América esta mujer que trabaja como administradora en una fábrica de textiles.
Su ahora esposo, explica, “se dedica a ganancias por videojuegos y bitcoin”. “Logramos un sueño, logramos el matrimonio, al fin”, continúa Bolívar, que está perfectamente maquillada, peinada y luciendo un vestido color rosa.
Junto a ellos, otras 25 parejas, con años de noviazgo, contrajeron nupcias.
La boda estuvo organizada por la alcaldía de Chacao, que impulsó esta ceremonia en el Día de San Valentín por segundo año consecutivo.
“Es divertido”
¿Por qué no se casaron antes? “Motivos económicos”, responde Bolívar en un salón de un hotel que fue habilitado para las novias.
“Yo diría que no es fácil para una pareja joven casarse en Venezuela porque la economía es muy difícil, el salario es mínimo y que te alcance es muy difícil”. Y más difícil para quienes tienen hijos, agrega: “Tenemos tres, de entre cuatro y 12 años”.
En su caso, calculó que una pequeña boda costaría entre 800 y 900 dólares. Pero “ahorita nada más con lo poco que hemos gastado no llegamos a 100 dólares porque casi todo la alcaldía no los ha proporcionado”.
El alcalde de Chacao, Gustavo Duque, preside la ceremonia.
«¿Tomas por esposa a esta bella novia Kimberly para cuidarla, adorarla, y delante de nosotros comprometerte a hacerla la mujer más feliz del planeta en la medida de tus posibilidades?», pregunta el regidor.
«Acepto», contesta un novio.
Kimberly Herrera se casó con Anderson Álvarez, su novio desde hace año y medio. Él, de camisa blanca con cuello negro y corbata gris, sin saco, y ella, de vestido también rosado.
“Mi idea de casarme era como en la playa, pero es divertido ver a muchas personas que se quieren casar y que se casen el mismo día, me gusta”, dijo la mujer, que además llevaba un tocado de flores en el cabello. “Vimos esa opción y nos pareció excelente porque solo vamos a pagar la reunión”, concluye.
Las parejas, entre las que no había ninguna del mismo sexo, recibieron además de su certificado de matrimonio, una botella de espumante de regalo.
Venezuela es un país muy conservador y la Constitución venezolana de 1999 establece que el Estado «protege» el matrimonio «entre un hombre y una mujer», aunque el Tribunal Supremo sentenció en 2008 que ello «no prohíbe ni condena las uniones de hecho entre personas del mismo sexo», y en 2016 determinó que las familias homoparentales deben tener «protección».
Pero la Asamblea Nacional no ha legislado.