La normalización progresiva de relaciones entre Colombia y Venezuela, hasta el punto de designarse nuevos embajadores, es un paso de “cordura” que está plagado de retos que pondrán constantemente a prueba los vínculos del régimen de Nicolás Maduro y el gobierno de Gustavo Petro, señalan analistas.
El canciller del régimen chavista, Carlos Faría, recibió el jueves en Táchira a Álvaro Leyva Durán, quien será su homólogo en el gobierno de Petro, en una semana, y anunciaron que avanzarán una agenda de trabajo para lograr “la normalización gradual” de las relaciones binacionales a partir del 7 de agosto.
Ese paso incluirá el nombramiento de embajadores y demás funcionarios diplomáticos y consulares, anunciaron.
Tanto Faría como Leyva Durán reafirmaron “su voluntad de hacer esfuerzos conjuntos para garantizar la seguridad y la paz en la frontera” de ambos países, que se extiende por poco más de 2.000 kilómetros.
Faría insistió en que la reapertura de la frontera binacional sería “gradual”.
Los delegados de Colombia y Venezuela trataron hasta 14 temas de interés binacional, según comentó horas después el presidente Nicolás Maduro, a quien Petro dijo que reconocerá en su cargo cuando asuma el poder.
El presidente saliente Iván Duque desconoció a Maduro como mandatario y reconoció, en cambio, al líder opositor Juan Guaidó.
Félix Gerardo Arellano, experto en relaciones internacionales, docente universitario y articulista de opinión sobre esos asuntos, dijo que el término “gradual” y “progresivo” que ambos representantes utilizaron para describir el futuro inmediato de las relaciones entre Colombia y Venezuela “es muy importante. Los radicales (de ambos frentes políticos) prefieren lo inmediato” en el restablecimiento de relaciones, subrayó a la Voz de América.
El analista anticipaba el reinicio progresivo de relaciones diplomáticas y la reapertura de la frontera como parte de “un escenario de cordura”.
Pero Arellano advierte de la existencia de “muchos problemas” en la agenda bilateral, “varios de ellos cargados de opacidad”, entre ellos la sobredimensión de las expectativas sobre el comercio binacional y la promoción de los derechos humanos, además de los altos niveles de migración.
¿Petro mediador?
Las relaciones entre Colombia y Venezuela están formalmente rotas desde 2019, cuando Duque desconoció a Maduro como mandatario, después que la oposición venezolana alegó que el dirigente chavista usurpaba el cargo.
Esa decisión de la Casa de Nariño derivó en el fin de los consulados y vuelos directos entre Colombia y Venezuela, así como en el cierre de fronteras. La oposición, por su parte, agradece el recibimiento cordial del gobierno de Duque a cerca de dos millones de migrantes que fijaron residencia en Colombia.
Duque cometió un “grave error” en su intento de ayudar a reinstitucionalizar Venezuela, como fue bloquear del todo las comunicaciones, al menos extraoficiales, con el chavismo gobernante, dijo a la VOA Giulio Cellini, abogado consultor en asuntos internacionales.
Ese alejamiento del poder fáctico en Venezuela generó “aislamiento”, a su juicio, y dejó a millones de ciudadanos en ambos países sin oportunidades consulares.
Las relaciones a nivel de embajadores y de convenios económicos deben reactivarse “cuanto antes”, opina.
Cellini considera que Petro puede llegar a verse como “una oportunidad” si se convierte en una figura impulsora de diálogos y acuerdos para zanjar la crisis política de su país vecino.
“Puede verse como una oportunidad. Es el primer interesado en que se halle una solución. Puede ser un instrumento positivo para promover los acuerdos”, dijo.
El gobierno interino de Juan Guaidó no se pronunció inmediatamente sobre la visita de Leyva Durán a Venezuela. El líder opositor, sin embargo, ha impulsado una campaña para llamar a Maduro “dictador” y ha invitado a no “normalizar” prácticas autoritarias, como torturas, en el país suramericano.
VOA