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Los más pobres pasan hambre en Sri Lanka con la subida de los precios

Lleva el pelo bien peinado, pero su mejillas están hundidas y unas venas visibles recorren su cuerpo demacrado. Como muchos esrilanqueses, Milton Pereira y su familia no pueden comprar suficiente comida.

Mientras el país se enfrenta a su peor crisis económica y a una espiral de inflación, que ha desencadenado una ola de protestas que provocó la caída del presidente la semana pasada, los esrilanqueses compran, comen y trabajan menos.

«Es muy difícil vivir, incluso el pan está caro», dijo Pereira a la AFP fuera de su modesta casa en la Isla de los Esclavos, un enclave pobre de la capital, Colombo.

«Si comemos una comida, nos saltamos la otra», cuenta este hombre de 74 años, cuya familia cuenta seis niños.

«Como no tenemos mucho dinero damos el pescado a los niños», dice, y los adultos «nos contentamos con la salsa».

Desencadenadas por la pandemia del covid-19, los problemas económicos de esta isla del Océano Índico se vieron agravados por la mala gestión del gobierno, según los opositores.

– «Lo peor» –

«Esta subida de los precios es lo peor a lo que me he enfrentado nunca», dice el hijo de Peirera, B.G. Rajitkumar, un electricista que no tiene trabajo desde hace meses.

«Los precios de los alimentos suben cada día», se lamenta.

La inflación alimentaria en Sri Lanka alcanzó el 80,1% interanual en junio, según las cifras oficiales.

Según el Programa Mundial de Alimentos, casi cinco millones de personas, el 22% de la población, necesitan ayuda alimentaria, y más de cinco de cada seis familias se saltan comidas, comen menos o compran alimentos de menor calidad.

El principal mercado de verduras al por mayor de New Manning, en Colombo, bullía el domingo, con compradores y vendedores empujándose con sus bolsas de comida.

Sin embargo, los comerciantes afirman que el negocio se ha reducido a más de la mitad desde marzo.

«Los precios de todo se han duplicado con creces», dijo un comerciante, que calcula que sus ventas han caído un 70%.

«Algunas de las verduras no vendidas van a parar a la basura y muchos pobres vienen a recogerlas cada día después del cierre del mercado», dice

Las papas, las cebollas y el ajo siguen importándose de India, Pakistán y China, afirma Ashley Jennycloss, agente de importación-exportación.

«El suministro de alimentos no es un problema, pero como no hay combustible, eso dificulta las cosas y todo se encarece», dice Jeeva, otro comerciante.

Algunas personas recorren largas distancias para acudir a este mercado a primera hora de la mañana para comprar pequeñas cantidades de verduras para su cocina a precios de mayorista.

«No tengo más remedio que caminar 10 kilómetros hasta este mercado, porque la comida es más barata que en los comercios cercanos a mi casa», dice Howzy, de 50 años.

En el cuartel general del movimiento de protesta que provocó la dimisión del expresidente Gotabaya Rajapaksa, un antiguo funcionario, Theodore Rajapakse, enseña a los residentes a cultivar verduras en pequeñas parcelas cercanas a sus casas.

«Mi país está en problemas», dice, y añade que ha enseñado sus técnicas agrícolas a unos 3.000 manifestantes desde que se unió a las protestas.

Pero las perspectivas de mejora inmediata son limitadas, y el sucesor más probable del presidente, el ex primer ministro Ranil Wickremesinghe, es rechazado por los manifestantes, que lo consideran un aliado de Rajapaksa.

En la Isla de los Esclavos, Pereira tiene pocas esperanzas. «Gota se fue, pero no hay ningún candidato que nos pueda sacar de esta terrible situación», suspira.

AFP