El sórdido asesinato en enero de Rita Waeni, una estudiante de 20 años decapitada y descuartizada, empujó a miles de mujeres de Kenia a protestar contra los feminicidos, la violencia sexual y las agresiones sexistas.
«Dejen de matarnos», gritaron las manifestantes, en su mayoría mujeres, en una «Marcha contra los feminicidios» en Nairobi, la capital de este país de África Oriental.
«Nunca he participado en una manifestación, pero me sentí obligada a venir a luchar por esto», explicó Beatrice Obiero, estudiante de ingeniería de 34 años. «Absolutamente nada justifica el asesinato de una mujer», agregó.
En 2022, Kenia registró 725 feminicidios según el último informe de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, la cifra más elevada desde que se empezaron a recoger datos en 2015.
Organizaciones de defensa de derechos humanos han lanzado el grito de alarma ante lo que califican de una «pandemia» y pidieron al gobierno tratar este fenómeno como un «desastre nacional».
En enero de 2024, 16 mujeres se han sumado a la larga lista de víctimas de feminicidios. Entre ellas figura Rita Waeni, cuyo cruento asesinato causó verdadera conmoción en el país.
Partes de su cuerpo fueron depositadas en cubos de la basura. Su cabeza fue encontrada ocho días después en una represa en la periferia de Nairobi.
«Es la primera vez en mi carrera de médico forense que me he encontrado con un caso así», dijo a la prensa Johansen Oduor, jefe del equipo forense.
Para muchas mujeres de Kenia, la violencia de género es una realidad desde hace mucho tiempo, aunque a menudo permanezca oculta o silenciada.
Njeri Migwi, fundadora de un refugio para las mujeres víctimas de violencia, asegura que la magnitud del fenómeno está muy subestimada porque muchos casos no se documentan.
El silencio de dirigentes políticos y líderes religiosos no ayuda a las víctimas, que además se enfrentan a dificultades culturales para exponer su situación, explica.
En su etnia kikuyu, la más numerosa del país, la esposa es llamada «mutumia» (la silenciosa).
«Se supone que no debemos hablar porque esto provoca vergüenza a la comunidad», explica.
En Kenia, casi el 75% de los feminicidios los cometen las parejas o miembros de la familia de la víctima. Solo un 15% son atribuidos a desconocidos, según un informe publicado en enero por la empresa keniana de estadística OdipoDev.
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Njeri Migwi conoce el fenómeno de primera mano. Fundó en 2019 su refugio «Usikimye» tras escapar de un marido violento que la dejó parcialmente sorda con sus golpes.
«Huí porque (…) quedarme significaba que iba a morir», explica a la AFP.
Las militantes de defensa de derechos de las mujeres lamentan también la tendencia a culpar a las víctimas.
En las semanas posteriores al asesinato de Rita Waeni, publicaciones en redes sociales la acusaron de «realizar encuentros a cambio de dinero» y cuestionaron su forma de vestir y su estilo de vida.
En 2022, el gobierno de Kenia creó un tribunal especial para tratar los casos de violencia sexual y de género y un año antes la policía nacional abrió centros específicos para denunciar estos crímenes.
AFP