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ABC de España: La «gran vida» de los jerarcas chavistas en plena pandemia

La cita es el viernes por la noche en el exclusivo ‘Anónimo’ de la urbanización caraqueña de Las Mercedes. En la puerta del restaurante seis camionetas negras antibalas de alta gama esperan por sus dueños mientras que en su interior un jerarca chavista celebra el cumpleaños de su hija con sus 20 invitados a puertas cerradas.

La ostentosa fiesta de la calle París con calle Mucuchíes, inaugurado hace 14 meses, no llamaría la atención si no fuera porque el salón privado del lujoso restaurante factura entre 15.000 y 20.000 dólares por noche, a razón de 70 y 100 dólares por persona, sin contar con sus otras 18 mesas desplegadas en la zona abierta, contrasta con la pobreza del 92% de los venezolanos, según la última encuesta Encovi de la Universidad Católica Andrés Bello.

La severa crisis humanitaria, incluida la pandemia del coronavirus, que asola a Venezuela no se ve por lo abarrotado de los sitios turísticos y los restaurantes de lujo de las grandes ciudades que son frecuentados principalmente por los jerarcas chavistas, enchufados, testaferros y «bolichicos» (hijos de la élite del poder).

La nueva burguesía chavista que la integran unos 150 sancionados por Estados Unidos y la Unión Europea por blanqueo de capital, corrupción y narcotráfico, y unos 12 líderes, por cuyas capturas EE.UU. ofrece una recompensa global de 90 millones de dólares, ha convertido a Venezuela en su «guarida» o su paraíso «rojo», alega a ABC el abogado criminólogo, Alejandro Rebolledo.

 

Invertir en Venezuela

La también denominada «casta» chavista ya no puede pasear por Europa y EE.UU. donde buena parte de sus propiedades, producto de la corrupción de más de 800.000 millones de dólares desfalcados, han sido incautadas. Por ello, el chavismo prefiere ahora invertir y gastar en Venezuela.

Un ejemplo de sus inversiones son las 10 casas que está construyendo un grupo chavista en la pista de aviones del archipiélago Los Roques, violando las normas prohibitivas por ser un parque nacional. Uno de los fugitivos sancionados por corrupción es Raúl Gorrín, que compró la televisora Globovisión.

En el asueto de carnaval pasado al grito de «váyase, fuera, fuera» los pobladores de Los Roques protestaron la presencia del chavista e hicieron correr de la isla a Gorrín que había aterrizado en su helicóptero para ver la construcción de las prohibidas casas a orillas del mar Caribe. Gorrín tiene un expediente abierto en EE.UU. por la compra de 24 inmuebles en La Florida, Nueva York y España. Ha recibido presuntamente 2.000 millones de dólares en contratos de Pdvsa.

 

 

Un hijo del Contralor General (Tribunal de Cuentas) Elvis Amoroso también fue repudiado en las redes sociales. Jesús Amoroso es cantante y se da la gran vida en Los Roques donde el año pasado lo vincularon con una fiesta llena de sexo, drogas y prostitutas cuando comenzó la pandemia que fue amonestada por el mismo Maduro porque fue el inicio de los contagios.

El bolichico Amoroso, alias ‘El Duke’, es prepotente y exhibe una fortuna de una vida dispendiosa de lujo que no se lo da nadie en Venezuela. Su página en Instagram es «inenarrable», nos confiesa Angela Oraá, especialista en gente y socialités.

Otro hijo de papá es el diputado Nicolasito Maduro Guerra, cuyo padre homónimo, le ha asignado las mejores minas del Arco Minero de «oro de sangre» y coltán en el estado Bolívar, según el presidente interino Juan Guaidó y el diputado opositor Américo De Grazia, quien denuncia que la depredación ambiental ha llegado hasta la turística zona de Canaima.

Nicolasito está sancionado por la justicia de EE.UU. y niega su vinculación con el ‘oro de sangre’. Sin embargo, los que lo critican van a la cárcel. El año pasado dos agentes de la policía militar de la Dgcim (Dirección General de Contrainteligencia Militar) detuvo a dos agentes y el comisario Javier Gorrriño, jefe de seguridad del municipio del Hatillo, por denunciar en las redes la megafiesta del hijo de Maduro por celebrar en el Hatillo, cerca de Caracas, su 30 aniversario, en plena pandemia del Covid.

El año pasado los contratistas José y Ricardo Morón Hernández, los presuntos hermanos testaferros del hijo de Maduro, fueron sancionados por el Departamento del Tesoro de EE.UU. por ayudar a mover los activos del hijo de Maduro. En 2017 la policía política detuvo a una mujer que fotografió a ‘Nicolasito’ presuntamente ebrio durante un bautizo, en compañía de sus testaferros en Maracaibo.

No solo los hijos de los jerarcas chavistas se saltan las normas. El Fiscal General, Tareck William Saab, otro sancionado, detuvo a la escritora Milagros Mata Gil y su marido el poeta Manuel Muñoz durante 48 horas en el estado Anzoátegui, oriente de Venezuela, por haber criticado en un artículo publicado en Twitter la boda mortal en la que participó bailando el fiscal chavista. La suntuosa boda musulmana se celebró en el Club Sirio de Lechería, en Semana Santa. donde el fiscal era el principal invitado con unos 600 invitados, lo que propagó el contagio del Covid-19 colapsando los centros de salud y el cementerio de la zona.

Otro de los sitios predilectos de la casta chavista es el teleférico de Caracas a 2.200 metros de altura sobre el nivel del mar donde está ubicado el hotel Humboldt, el único siete estrellas del país, construido hace 64 años por el entonces dictador Marcos Pérez Jiménez. El teleférico y el Hotel Humboldt, un patrimonio público cedido por el régimen de Maduro a la familia Ceballos inauguró hace dos años el hotel con unos precios que hacen prohibitivo su disfrute a los caraqueños, solo a la élite gobernante.

Pasar un día en la cumbre de Caracas cuesta unos 300 dólares la noche por habitación. Tiene un casino, varios restaurantes de lujo preferidos por el presidente de la Asamblea Nacional chavista, Jorge Rodríguez y la familia de Maduro, que se ven en las fotos disfrutando de la comida.

Los líderes chavistas, enchufados y bolichicos saben que los opositores rastrean sus pasos hasta el último rincón de Venezuela o en el exterior. No duermen tranquilos. Lo saben. Por eso prefieren encarcelar a los que lo critican en las redes sociales.

 

Con información del ABC de España