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Ghislaine Maxwell tuvo orgías continuas con menores de 15 años en la isla de Jeffrey Epstein

Nuevos documentos que están en poder de la fiscalía y obtenidos por la prensa inglesa revelan las monstruosidades de las que participó Ghislaine Maxwell -la ex pareja del financista multimillonario Jeffrey Epstein– y que involucraron a menores de edad. De acuerdo a la declaración de una de esas víctimas, la mujer de 58 años participaba activamente de orgías con niñas de 15 años con otros poderosos empresarios y hombres de la vida pública de todo el mundo.

El testimonio fue aportado en 2015 por Virgina Roberts Giuffre, una de las más activas víctimas de la influyente pareja, pero recién ahora vio la luz. La joven había sido presentada al príncipe Andrew del Reino Unido, con quien dijo mantuvo relacione sexuales siendo aún menor de edad. El miembro de la realeza británica negó reiteradas veces el vínculo prohibido, pero fotografías con la joven lo comprometen.

De acuerdo a Roberts Giuffre, tanto Maxwell como Epstein -quien murió por aparente suicidio en su prisión de Nueva York en agosto de 2019- eran activos participantes de las orgías que tenían lugar por toda Little St. James Island, una isla privada que el multimillonario tenía en las Islas Vírgenes. Las menores llegaban en aviones privados y sin ser registradas en ningún lado.

Los abogados de la británica había logrado los últimos cinco años que la declaración que revelaba su entramado de tráfico de menores no saliera a la luz. Sin embargo, a partir de su detención el pasado 2 de julio en una mansión oculta en medio de un bosque en BradfordNew Hampshire, quedó expuesta.

En aquel entonces, Roberts Giuffre fue consultada respecto a cómo eran las mujeres que habían tenido contacto sexual con Maxwell. “Había tantas… no sé dónde quiere que empiece. Había rubias, había morochas, había pelirrojas. Eran todas niñas hermosas. Diría que las edades iban desde los 15 a los 21 años”, de acuerdo al documento publicado por DailyMail.

Las orgías a las que hace referencia Roberts Giuffre tenían lugar en cualquier lado. O mejor dicho: en todos lados de la isla. Las escenas de sexo grupal se repetían junto a la piscina, cerca de la playa, en pequeños bungalows y en la cabaña principal del dueño de la isla, Epstein. “Una ocasión se destaca. Las modelos fueron, creo que eran modelos, fueron trasladadas por avión. Había orgías sostenidas afuera de la piscina”.

Virginia Roberts Giuffre junto a su abogado David Boies llega al Tribunal Federal de Nueva York para escuchar una audiencia sobre Jeffrey Epstein, quien murió en agosto de 2019 en lo que un médico forense de la ciudad de Nueva York dictaminó como suicidio (Reuters)

Muchas de esas mujeres no hablaban inglés. Según Roberts Giuffre e idioma parecía ruso o similar. “Eran hermosas”, resumió. “Ghislaine, yo misma, Jeffrey, otra chica al aire libre, no sé cómo quieres llamarlo. En una cabaña, eso… solo cabía una cama”. Fue en esa deposición ante la justicia cuando la víctima contó además que ella misma fue traficada a Europa para tener sexo con poderosos, entre quienes figuraban el príncipe Andrew y el famoso abogado Alan Dershowitz. Las jóvenes que estaban permanentemente al lado de la dupla eran amenazadas. Les recordaban todo el tiempo que no podían denunciarlos y que tenían amigos por demás poderosos.

Maxwell tenía dos obsesiones cuando fue ingresada a prisión el pasado 2 de julio luego de que el FBI la descubriera en una mansión que funcionaba como su escondite en BedfordNew Hamspshire. La primera de ellas era poder salir bajo fianza. No se lo permitieron. La segunda es nueva: un desesperado intento de impedir que los documentos más comprometedores salgan a la luz. Se trata de pruebas que están en poder de los fiscales y los investigadores y que podrían conducir a una condena segura de la mujer que supo estar al lado de Jeffrey Epstein cuando éste se dedicaba a abusar de menores de edad en sus propiedades de Nueva YorkMiami Islas Vírgenes.

Los abogados de Maxwell, de 58 años, instaron a la corte de Manhattan a prohibir que material sensible se filtre a los medios de comunicación y que salgan a la luz en internet.

La información confidencial destacada contiene imágenes, videos u otras representaciones de individuos desnudos, parcialmente desnudos o sexualizados”, indica el documento presentado por los letrados. Quien fuera pareja del multimillonario muerto en su celda el pasado 10 de agosto no desea que la información sea “difundida, transmitida o copiada de otra manera”.

De acuerdo al diario inglés The Times, quien aparecería en ese material sexual sería la propia Maxwell junto a otros menores. Los abogados pretenden que las imágenes no sean usadas ni por los fiscales ni por los testigos hasta iniciado el juicio, dentro de un año. El FBI encontró fotografías de menores desnudas y un libro de contactos que resultaría de gran aporte como prueba para las pericias.

Entre los argumentos esgrimidos por la defensa, creen que de hacerse públicos esos registros podría influir sobre el jurado que deberá formarse en un año, además de incidir sobre los testigos que vayan a participar tanto del juicio penal como civil. “Se cree que los documentos podrían revelar detalles sobre la vida sexual de Maxwell, junto a su relación con figuras poderosas que también han sido acusadas de estar involucradas en el abuso de Epstein”, señaló el periódico.

La tenebrosa influyente

Ghislaine nació en 1953. Fue a los colegios más exclusivos de Inglaterra, luego a Oxford. Vivía en una mansión de 53 habitaciones. Tuvo puestos empresariales desde muy joven. Su padre era otra magnate, Robert Maxwell. Empresario, dueño de medios de comunicación, apareció muerto en el mar en 1990. El barco en el que navegaba fue bautizado en honor a su hija: Lady Ghislaine. Tras la muerte del padre llegaron las especulaciones. La primera de las muertes cubiertas de dudas en la vida de Ghislaine.

Pero tras el fallecimiento no pudo ocupar su lugar en las empresas ni vivir de rentas. Se descubrió que Robert tenía deudas gigantescas y que había montado un fraude colosal. Las deudas ascendían a varios cientos de millones de dólares. El imperio se desmoronó como un castillo de naipes. Ghislaine debía empezar de nuevo.

Se mudó a Estados Unidos. Sólo le había quedado un fideicomiso que Robert Maxwell había dejado en su nombre que le proporcionaba 100 mil dólares al año. Una cifra para nada exigua para alguien normal, pero que no le bastaba para desarrollar la vida repleta de lujos y comodidades a las que estaba acostumbrada. Alguna de las relaciones de su vida pasada le consiguió un trabajo en el sector inmobiliario de Nueva York. Pero unos meses después, de nuevo, no necesitó trabajar. Conoció a Jeffrey Epstein y, otra vez, no tuvo que preocuparse por nada material: su casa volvería a parecer en la tapa de la Architectural Digest.

A lo largo del tiempo que duró su vínculo con Epstein la residencia oficial de Maxwell quedó en Nueva York. Era una hermosa casa de cinco plantas que compró una sociedad desconocida pero que tenía su domicilio en las oficinas del multimillonario. La casa quedaba a diez cuadras de la mansión de Epstein. Costó 5 millones de dólares. Y nadie tuvo la menor duda que Epstein fue quien puso el dinero.

Después de la condena de Epstein en 2008, Ghislaine siguió apareciendo en eventos exclusivos. Bajó el perfil, la frecuencia de sus apariciones no era similar, pero su reclusión no fue inmediata. Lanzó una fundación para el cuidado de los océanos, fue oradora en charlas TED, asistió a entregas de premios del brazo de Elon Musk, concurrió al casamiento de Chelsea Clinton, la hija de Bill y Hillary. Recién se esfumó cuando la suerte de Epstein cambió.

En su momento, los dos integrantes obtuvieron beneficios de la relación. Ella pudo recuperar su nivel de vida, olvidarse de trabajar, el dinero dejó de ser una preocupación y una vez más sería invitada de honor en los grandes eventos sociales.

Jeffrey Epstein obtenía con ella algo que a él le faltaba: clase. Algo de la exuberancia social de Ghislaine se transmitió a su personalidad y empezó a dejarse ver en fiestas y reuniones; grandes ocasiones de cerrar negocios. Ella le dio acceso a figuras a las que él no hubiera podido acceder como celebridades, la nobleza y realeza británica o primeros mandatarios como Bill Clinton; antiguos contactos de su vida como hija de Robert Maxwell.

El príncipe Andrew toma por la cintura a Virginia Roberts. Detrás puede verse a Ghislaine Maxwell, acusada de ser traficante sexual de menores

Su amistad con el Príncipe Andrés acercó al Principito al mundo Epstein y a sus adolescentes abusadas. Cuando estalló el escándalo y una joven acusó a Gheslaine de entregarla al royal británico, que tuvo en varias ocasiones relaciones sexuales con la chica que en ese tiempo tenía 16 o 17 años, Andrés dio una entrevista en la televisión inglesa en la que pretendió limpiar su imagen. Pero todo salió mal y nadie le creyó. Como último recurso de defensa antes de renunciar a la vida pública (lo que debió hacer poco después), Andrés le pidió a su vieja amiga que saliera en los medios exculpándolo. Ghislaine no atendió a la súplica y privilegió no exponerse y empeorar su situación.

Mientras que Epstein se vestía descuidadamente y tenía siempre gesto hosco, ella era extrovertida, elegante, llamativa y con el don de la sociabilidad. Hacían un buen tándem para conseguir lo que deseaban.

Las víctimas de Epstein describen situaciones similares y ya sea en Nueva York, Palm Beach, las Islas Vírgenes o una abrumadora casa campestre de Les Wexner, quien las instaba a satisfacer los deseos sexuales de Epstein era Gheslaine. Ella las elegía, las reclutaba, les indicaba qué hacer y, muchas, veces, participaba del abuso. También era Maxwell la que las entregaba a los poderosos e influyentes por orden de Epstein.

Y quiénes se quejaban o querían alejarse del mundo Epstein o, peor aún, se animaban a denunciar los abusos y violaciones, debían soportar la furia y amenazas de Ghislaine. Las perseguía, las acosaba telefónicamente, les recordaba que ella se iba a encargar de que su vida se convirtiera en un infierno.

A una adolescente sueca de 15 años que no quería acceder a sus pedidos no le permitió irse de la isla privada de Epstein en Islas Vírgenes y le retuvo el pasaporte para que no pudiera volver a su país. Los testimonios de las víctimas coinciden en establecer que Ghislaine Maxweel era quien se encargaba de la coordinación para que Epstein tuviera sus dos o tres masajes sexuales diarios brindados, en la mayoría de los casos, por menores.

Ghislaine Maxwell, asociada desde hace mucho tiempo del traficante sexual Jeffrey Epstein, durante una conferencia de prensa sobre los océanos y el desarrollo sostenible en las Naciones Unidas en Nueva York, el 25 de junio de 2013. La mujer fue detenida en Bradford, New Hampshire el pasado 2 de julio (Reuters)

Una de ellas, Virginia Roberts Giuffre declaró: “Apenas entrabas, Ghislaine iniciaba el entrenamiento. Te decía cómo actuar, cómo ser discreta, cómo permanecer en silencio, qué cosas le gustaban sexualmente a Jeffrey, cómo satisfacer a los invitados, cómo servir a los hombres que ella nos indicaba”. Roberts Giuffre narró cómo ella la reclutó mientras era recepcionista de un lugar de lujo de Donald Trump. Le prometió educación, viajes, un buen salario. “En la primera sesión de masajes con Epstein, fue Ghislaine Maxwell la que me indicó que me quitara toda la ropa y me mostró cómo debía practicarle sexo oral a Jeffrey. Yo tenía 16 años”.

A sus 58 años Maxwell, trató de eludir a la justicia norteamericana y a los seguimientos periodísticos. Cuando buscaron conocer su opinión sobre los hechos, su versión de la historia, sólo se limitó a negar las acusaciones y a repetir que ella era inocente, que nunca participó de abusos ni los facilitó. El testimonio crudo y detallado de Roberts la contradice.

 

Con información de Infobae.com