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“Pasaportes de inmunidad”: ¿Qué son y por qué se habla de ellos?

Con la aprobación de las primeras vacunas contra la Covid-19, la pertinencia de los “pasaportes de inmunidad” es una discusión que ha retomado auge.

 

Pensados en un principio para ser otorgados a las personas que contrajeron y superaron la enfermedad, el documento sería una constancia de que su portador está sano y protegido contra el SARS-CoV-2.

 

Sin embargo, el desarrollo de inoculantes que protegen del virus ha llevado a pensar que los “pasaportes”, también conocidos como “certificados sin riesgo”, podrían ser dados a sobrevivientes de la pandemia o a individuos que se han vacunado contra el mortal coronavirus.

 

Desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) han propuesto que la licencia sea una tarjeta como la que se expide cuando se aplican vacunas contra la fiebre amarilla. La gran diferencia es que esa documentación, en vez de física, estaría alojada en una base de datos y sería completamente digital.

 

Los “pasaportes de inmunidad” permitirían al portador hacer sus actividades diarias, con relativa normalidad. Incluso se habla de la posibilidad de emplearlos dentro de puertos y aeropuertos, como un requisito previo al abordaje de un barco o de un avión, o para ingresar al país de destino.

 

A pesar de ello, la propuesta está rodeada de incertidumbre y escepticismo. Aún no queda claro si, tras el Covid-19, el paciente adquiere una inmunidad total. En el mundo, ha habido casos de personas que han presentado recaídas, luego de salir airosas de la enfermedad en un primer momento.

 

Por otra parte, se sabe que las vacunas desarrolladas ayudan a crear una protección contra el virus, mas no se tiene certeza de si impiden o no que la persona inoculada porte la enfermedad y sea capaz de transmitirla a otros.

 

Una tercera desventaja tendría que ver con la desigualdad y la discriminación. Expertos consideran que la emisión de “certificados sin riesgo” favorecería a ciudadanos de aquellas naciones con suficientes recursos como para tener acceso a las vacunas, mientras que dejarían rezagados a individuos que habitan en países pobres, en conflictos o con pocas capacidades para adquirir inmunizantes y proteger a sus poblaciones.