La aparición de una nueva cepa del SARS-CoV-2 obligó a Boris Johnson a tomar medidas drásticas. Este domingo, el primer ministro británico ordenó el confinamiento total en Londres y en las ciudades ubicadas al sur de Inglaterra.
“Parece que esta propagación está alimentada por una nueva variante del virus”, dijo Johnson durante una rueda de prensa. En ella agregó que “nada indica que sea más mortífero o que cause una forma más severa de la enfermedad”.
A pesar de ello, el premier elevó a cuatro el nivel de alerta en la capital de su país y al sureste de la geografía inglesa. Desde este domingo, los habitantes de esas zonas tendrán que permanecer en sus casas, salvo causas de fuerza mayor.
Las reuniones entre miembros de distintas viviendas no se encuentran permitidas. La actividad comercial no esencial quedará suspendida, mientras que los pubs, restaurantes y museos se mantendrán cerrados, tal y como lo están desde hace dos semanas.
Según Chris Whitty, director médico de Inglaterra y asesor del Gobierno, la nueva cepa puede propagarse más rápidamente. Por ello, dijo, se trabaja con celeridad en su modelización y comprensión. El objetivo, aseguró, es confirmar que no causa una mayor mortalidad.