En la barriada de San Nicolás, perteneciente al municipio hondureño de San Antonio, decenas de personas aguardan en el exterior de una escuela. Aprovechando el receso por las vacaciones de verano, estas instalaciones se han convertido en un centro médico improvisado en donde, para muchos, es la única manera de acceder a una mínima asistencia sanitaria.
Este lugar está gestionado por las fuerzas armadas estadounidenses y la Cruz Roja de Honduras, que han unido fuerzas y recursos para sacar adelante este proyecto de ayuda humanitaria en esta zona donde la mayoría de la población es de escasos recursos.
Cynthia Rodríguez lleva toda la vida residiendo en este lugar. Vive alejada del centro urbano y prácticamente no tiene acceso a la medicina ni a los insumos básicos. Ella y su hija de tres años solo se pueden beneficiar una vez al mes de los servicios sanitarios que se prestan en este lugar.
“Es un excelente trabajo el que están haciendo. Creo que la comunidad necesita más personas y más ayuda, no solo en la parte de salud”, comentaba Rodríguez ante la Voz de América mientras esperaba para ser atendida por personal médico.
Durante lo más de dos años de pandemia, muchos de estos lugares han quedado inoperativos por cuestiones de bioseguridad. Gracias a las vacunas, cuya distribución aquí se ha acelerado por medio de donaciones de gobiernos y otros organismos internacionales, de nuevo se ha vuelto a brindar este tipo de servicios para las comunidades más necesitadas.
Zulein González es miembro de la Fuerza Aérea de Estados Unidos y lleva casi un año en la base militar de Soto Cano, que queda a escasos kilómetros de esta escuela. Ella, que suele acudir a esta escuela para coordinar la distribución de medicinas entre las personas, reconoce que estas personas necesitan mucha ayuda, especialmente tras la crisis sanitaria.
“Por la pandemia no hemos podido salir a ayudar a muchos, pero estamos viendo que todas estas personas necesitan mucha ayuda. Para eso estamos aquí”, expresaba.
La ayuda humanitaria que se destina en esta comunidad de San Nicolás también se lleva a cabo en otras zonas de Centroamérica, donde el acceso a la medicina es realmente complicado, como cuenta Joel García, un voluntario de la zona que también presta sus servicios como sanitario.
“La mayor parte de estas personas viven en áreas retiradas de la urbanización. Entonces, no tienen acceso fácil a medicamentos, a buenos doctores o incluso a dentistas. Tampoco pueden acudir a alguien que les provea indicaciones médicas en caso de necesidad”, decía el joven.
En los últimos días, la comandante del Comando Sur de Estados Unidos, general Laura Richardson, aprovechando una visita oficial en la base militar, entregó una nueva remesa de material sanitario para que la población con escasos recursos pueda seguir manteniendo un control médico.
Voz de América