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EE.UU

El influente y los excombatientes estadounidenses que ayudan a los afganos a salir de su país

«¡Simplemente, quería ayudar!». Cuando se enteró, «horrorizado», de la caída de Kabul el 15 de agosto, en manos talibanas, Tommy Marcus, influente en Instagram, ignoraba que antiguos combatientes estadounidenses querían ayudar a miles de afganos aterrorizados.

Las imágenes de afganos colgados de un avión estadounidense que despegaba del aeropuerto de Kabul impactaron a este neoyorquino de 26 años, conocido por sus 800.000 abonados por el seudónimo «Quentin Quarantino» gracias a sus memes humorísticos a favor de las vacunas, el aborto o contra Donald Trump.

En unos cuantos clics en su cuenta Instagram activó lo que se iba a convertir en una operación atípica de evacuación de centenares de afganos: recaudó en tres días 7,2 millones de dólares e incorporó en su proyecto a militares retirados y antiguos diplomáticos, especialistas del derecho de asilo, de la ayuda humanitaria o del transporte aéreo en zonas de guerra.

Un escenario digno de Hollywood, donde se conjugan el poderío de las redes sociales, la recaudación relámpago de fondos mediante el financiamiento participativo y la eficacia logística de los estadounidenses.

La AFP ha recabado los testimonios de los actores de esta operación bautizada «Flyaway», lanzada el 17 de agosto y que sigue en vigor, consultado mensajes de afganos -mujeres, niños, personas LGBT, trabajadores sociales, periodistas, intérpretes- que suplican ayuda para abandonar el país y recibido documentos que confirman el «salvamento directo» de 565 afganos en aviones fletados.

Algunos están en tránsito y otros ya llegaron a Estados Unidos.

– «Poder» de Instagram –
Viví la caída de Kabul, «con horror y asco. Simplemente, quería ayudar», cuenta a la AFP Marcus, emprendedor e influente, que asegura vivir de sus intervenciones en Instagram desde Brooklyn y Nueva Jersey.

Consciente del «poder de (su) plataforma», alertó a sus abonados.

En unos minutos, llegaron «miles y miles» de respuestas, entre ellas, una de un seguidor que aseguraba estar «en contacto con un grupo que acababa de conseguir evacuar a un centenar de personas a Francia y que necesitaba dinero», según Marcus.

Su cuenta se llenó de mensajes y fotos insoportables que le suplicaban que hiciera algo: «¡En nombre de la humanidad y la justicia, acéptenme como refugiada en un país seguro!», imploraba una mujer; otro le pedía con «gran dolor» que sacara a su hija aterrada por el regreso de los talibanes.

Desbordado con los pedidos de ayuda, Marcus pidió a sus seguidores que le ayudasen a recaudar «al menos medio millón de dólares en 24 horas». Recibió, dice, «un millón en dos horas (…), 5 millones en 24 horas (…) y 7 millones en tres días».

– «Pacifista de izquierda» –
Ante la afluencia «loca de dinero», este «pacifista de izquierda» empezó a buscar a profesionales de zonas de guerra.

Desde Raven Advisory, una oficina de los servicios de seguridad constituida por antiguo personal del Pentágono y la CIA le contactaron. A ellos se sumó la experiencia de Karen Kraft, una exoficial en la reserva del ejército de tierra reconvertida en productora de televisión y al frente de una asociación de antiguos combatientes.

Dirigidos por el novato Marcus, «todos sentimos la misma necesidad de hacer algo», dice Kraft.

«Es lo más puro que he hecho», exclama Jason Hatch, un veterano de las fuerzas armadas y de la diplomacia, encargado de elaborar listas y encontrar los papeles para los afganos en tránsito en Emiratos Árabes Unidos, Catar, Kosovo, Uganda y Albania.

El presupuesto global de la operación detalla que el costo de las vuelos fue de 4,79 millones de dólares, que se distribuye entre varias compañías chárter como la egipcia Mayfair o Kiwijet, del empresario neozelandés Nicolas Steele, quien, según el Washington Post tuvo sus más y sus menos con las autoridades estadounidenses.

– Atentado suicida –
Los organizadores de «Flyaway» lamentan que en el contexto de la retirada caótica de Afganistán, el atentado suicida perpetrado por el grupo Estado Islámico en el aeropuerto de Kabul, el 26 de agosto (más de 100 muertos, entre ellos 13 militares estadounidenses) «congeló completamente» las evacuaciones: se anularon vuelos pese a que ya estaban pagados, debido al deterioro de la seguridad y el aumento de las pólizas de los seguros.

Según Kraft, hay dos nuevos aviones para 600 pasajeros listos para partir en cualquier momento, uno de ellos de Kiwijet.

Los 7,2 millones de dólares -123.000 personas han dado una media de 59 dólares- y el desbloqueo de fondos fueron gestionados por una gran hucha de financiación participativa, GoFundMe, que aseguró a la AFP que «Flyaway» cumplió las reglas financieras e internacionales de control y de seguridad.

Los departamentos estadounidenses de Defensa y de Estado no se han manifestado sobre la operación. Tampoco lo ha hecho el ACNUR.

En privado, los detractores señalan que los centenares de personas socorridas son una gota de agua con relación a los 123.000 evacuados por el gobierno estadounidense y otros Estados.

Entonces, «¿por qué valió la pena?, parece preguntarse Enrique Herrera, veterano del ejército del aire que participó en la operación: «porque se trata de vidas humanas».

Como la de Somayah, de 21 años, cuyo padre fue asesinado por los talibanes y fue evacuada el 21 de septiembre a Estados Unidos, país que espera convertir en «su nueva patria».

AFP